Soria en la Historia

Así se construyó La Audiencia en el siglo XVIII para Ayuntamiento y cárcel

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La investigación realizada por Inocencio Cadiñanos Bardeci (Proceso constructivo del Ayuntamiento y Cárcel de Soria) en 1987 es la fuente informativa de la que extraemos los datos más relevantes sobre esa etapa fundacional del actual Palacio Cultural de La Audiencia en la Plaza Mayor de Soria.

Calle Pósito a primeros del s. XX. Foto AHPSo

En 1702 la cárcel soriana fue gravemente inundada por el agua y comenzó a hundirse. Se reparó lo más indispensable por valor de 47.000 reales. A mediados de siglo estaba ya casi arruinada y, en 1751, la ciudad solicitó al Consejo de Castilla  “se le dispensaran fondos con que construir el Ayuntamiento y otras dependencias”. Y es que “la cárcel y Ayuntamiento, así como calabozos, oficinas y casa de Corregidor y Alcalde, se hallaban no solamente inhabitables sino amenazando ruina. Y ello de tal manera que las reuniones ya no se celebraban en dicho Ayuntamiento”.

“Las cosas de palacio, van despacio”, sentencia el dicho popular y así se cumplió en este caso puesto que “nada menos que veintidós años transcurren desde este primer intento hasta que Ventura Rodríguez enjuicie la obra definitiva”. Primer intento que paralizó el Consejo de Castilla al denegar el permiso de construir el Ayuntamiento y cárcel “por ahora” (25-nov-1751) pues la propuesta de lograr recursos por el sistema de repartimiento fue rechazado por muchos lugares  de La Rioja, Atienza, Yanguas, San Pedro Manrique, Medinaceli, etc, afirmando que ya no enviaban a sus presos a al cárcel de Soria sino a otras poblaciones.

El segundo intento tuvo lugar en 1752, pero no prosperó debido a que el Procurador general de la Tierra de Soria afirmó que la cárcel era firme y suficiente, en contra de la opinión del Intendente de Soria.

El 9 de julio de 1755 el nuevo Intendente vuelve a insistir sobre el estado ruinoso de la cárcel y resto de dependencias. Dos años después informan detalladamente de tal situación de ruina dos maestros canteros, al mismo tiempo que redactan un proyecto para la construcción nueva de la cárcel, ayuntamiento (las sesiones se celebraban en la sede de la Diputación de los Doce Linajes, etc.) valorando la inversión en 232.000 reales.

El fiscal denegó la totalidad de la obra, aconsejando que se redujera específicamente a la construcción de la cárcel “y que para evitar problemas con el repartimiento se consultara ante con los sexmeros o diputados de la Tierra de Soria”. Pero el Consejo de Castilla, en 1760, no se atuvo a tales recomendaciones del fiscal, “pues debía de resultarle evidente la perentoria necesidad de la completa reconstrucción como lo había propuesto repetidamente la ciudad; por ello, rogó se formase nueva planta y condiciones con separación entre la cárcel y demás dependencias, así como los ingresos necesarios en caso de que no contribuyesen los pueblos de la provincia”.

Los planos los realizó el arquitecto Antonio Serrano que tasó las obras en 210.00 reales. Los sexmeros aceptaron correr con dos tercios del coste y la ciudad el tercio restante. Pero antes de comenzar las obras Serrano se encomendó a otros tres arquitectos que analizasen el proyecto y encontraron diversos defectos. Uno de ellos,  José de Oñaederra acompañó su crítica con una propuesta distinta con nuevas trazas y condiciones, valorando en 209.082 reales el presupuesto. Serrano contraatacó señalando a su vez diversos defectos en estas trazas y, por su parte, el fiscal, cansado ya, acudió a otro arquitecto que, años después sería el constructor de la torre barroca de la catedral de la diócesis en Burgo de Osma, Domingo Ondátegui, quien entregó su proyecto el 30 de abril de 1763, tasando el conjunto en 188.000 reales y fijando en tres años como plazo máximo para concluir la obra. Sacada a remate fue adjudicada al cantero Fernando Liermo en 184.000 reales.

En septiembre de 1769 Liermo solicitó “poder hacer alguna corrección a los planos de Ondátegui, pues de seguirse al pie de la letra no habría suficiente luz y seguridad para la alhóndiga y pósito al carecer de suficiente ventilación”, mejoras que aceptó el regimiento soriano con su correspondiente aumento de la tasación original.

En noviembre de 1771 Liermo informaba al regimiento que estaba a punto de concluir la obra y solicitaba que la reconocieran y diesen el visto bueno. El Ayuntamiento  informaba a su vez el 13 de diciembre que no tenía ningún reparo que hacer por su parte, y el 6 de enero de 1712 fue reconocida por arquitectos designados al efecto y evaluaban en 21.904 reales las diversas mejoras realizadas por Liermo, cantidad que a éste le resultaba insuficiente y hasta finales de 1772 el constructor no entregó las llaves a la ciudad tras confirmarle el Ayuntamiento que se le abonarían sus mejoras.

No obstante el fiscal, atendiendo algunas quejas y teniendo dudas al respecto sugirió que los planos fueran revisados por Ventura Rodríguez. “Tras el dictamen del prestigioso arquitecto en 1773 ya no hubo dudas de que las mejoras habían sido necesarias” por lo que Ventura Rodríguez concluía que “es justo, pues, que se le satisfaga dicha cantidad”. El balconaje de la fachada, por cierto, costó 7.210 reales.

“Las tres plantas de Ondátegui repiten casi idénticamente la distribución interior. En el centro de un paralelogramo se abre un patio que ilumina interiormente las diversas dependencias. La planta sótano, por ser la más húmeda pero también la más segura, se destinó a calabozos, caballerizas y cocheras. La segunda, a nivel de la plaza, muestra los diversos accesos a los pisos inferior y superior. Está destinada casi exclusivamente a viviendas. Aunque en la superior existan también viviendas, su mayor parte lo ocupan la sala consistorial, capilla, archivo y audiencia”, describe Cadiñanos Bardeci.

Hacia 1845, Madoz deja testimonio del estado en que se hallaba el edificio: “La Casa Consistorial, en la que se halla la cárcel pública, entre cuyos calabozos se encuentran algunos bastante húmedos y el resto de las habitaciones no son tan ventiladas como debieran, ni reúnen las demás circunstancias necesarias en tales establecimientos; tanto las Casas Consistoriales como la de los 12 linajes tienen buenos pórticos…”

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