Arqueología soriana

Blas Taracena, magna obra de Juan Antonio Gómez Barrera

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Ayer tarde el concejal de Cultura, Jesús Bárez, inició el acto de presentación del libro Blas Taracena Aguirre (1895-1951) escrito por Juan Antonio Gómez-Barrera y editado por el Ayuntamiento de Soria con la colaboración de diversas instituciones.

El libro consta de 972 páginas en papel más un Cd-room complementario con Apéndices. Todo ello se complementa con 420 ilustraciones, varios miles de notas a pie de página.

 

Sumario

 


Prólogo
Introducción

PRIMERA PARTE. Punto de partida
I . Las “biografías” previas de BlasTaracena
2. La arqueología soriana antes de Blas Taracena
3. La Soria de BlasTaracena Aguirre

SEGUNDA PARTE. Nacimiento, infancia y juventud. De la prestigiosa escuela de Ricardo España a la Universidad Central pasando por el Instituto General y Técnico de Soria
4. Nacimiento y entorno familiar
5. Las primeras letras de Blas Taracena Aguirre
6. Etapa de formación y de estudio en el Instituto General yTécnico de Soria
7. Madrid y la Universidad Central: estudios de Derecho y Filosofía y Letras
8. Ingreso por oposición en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos

TERCERA PARTE. Su vida en Soria y su actividad profesional en ella, en Burgos y en La Rioja (1915-1936)
9. De los inicios, De la sala numantina de la Diputación al Museo Numantino inaugurado por Alfonso XIII
10. La Real Inauguración del Museo Numantino
11. Blas Taracena, archivero y bibliotecario
12. Los felices años veinte
13. Los años republicanos

CUARTA PARTE. Guerra y depuración. La dirección del Museo de Córdoba, la Inspección General de Museos y el Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional
14. Guerra y depuración
15. La dirección del Museo de Córdoba
16. La Inspección General de Museos y el Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional
17. Del final de la Guerra al recuerdo de la muerte de BlasTaracena Ispizua y el traslado familiar a Madrid

QUINTA PARTE. Madrid. El Museo Arqueológico Nacional, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Institución Príncipe de Viana. Los Congresos arqueológicos y el reconocimiento nacional e internacional (1939-1951)
18. En la dirección del Museo Arqueológico Nacional
19. En el Consejo Superior de Investigaciones Científicas
20. En la Institución Príncipe deViana. Excavaciones arqueológicas en Navarra y Vizcaya
21. De Congresos. El reconocimiento nacional e internacional
22. Otras cuestiones administrativas, oficiales y publicistas

SEXTA PARTE. Punto de llegada
23. Vuelta a casa
24. La Soria de 1939-1951
25. Taracena tras Taracena

Epílogo
Fuentesdocumentales, bibliografía e índices onomástico, de apéndices y general
Apéndices [en CD-R aparte]

 

Del Prólogo
Marian Arlegui Sánchez

Hay un aspecto importante que como un guiño al pasado Gómez-Barrera entrega a la sociedad. Me refiero a sus innumerables artículos periodísticos dando a conocer aspectos surgidos en los márgenes de sus investigaciones o en el centro de sus estudios y reflexiones sobre determinados rasgos, instituciones o personajes de nuestra historia. Se sitúa así el autor en la mejor tradición del primer tercio del siglo XX, en aquel compromiso de la naciente historia y arqueología profesionales que sentía la obligación y la necesidad de hacer sociales sus conocimientos con rigor y una firme ética profesional.

Nos hallamos ahora ante una obra monumental. He tenido el privilegio de acompañar a Juan A. Gómez-Barrera, en la escritura de esta obra, asistiendo como espectadora y lectora de esta biografía. He ido leyéndola según él iba concluyendo capítulos, sintiéndome alumna. Antes, en diversas conversaciones, supe de su trabajo exhaustivo y metódico de recopilación documental; en la lectura de la obra comprendí que la realidad objetiva obtenida, con tanta dificultad, era la estructura de su obra elaborada desde una compleja red teórica, un amplísima cultura y un pulso firme en una narración que mantiene su equilibrio a lo largo del tiempo de su escritura y las páginas que la componen. Esta obra manifiesta una vez más la doble dualidad de Gómez-Barrera: su rigurosa formación como historiador y su amplia cultura bibliográfica y literaria sobre un largo y complejo periodo, algo que en muchas ocasiones no hallamos.

La razón de la elección del biografiado se halla en los logoi clásicos de admiración y recuperación de la memoria de un personaje excepcional y de su contribución, en este caso, al desarrollo cultural de este país. La vida de Blas Taracena se desarrolla en un periodo clave, convulso y trágico de la vida de España y recorre desde el nacimiento de la ciencia arqueológica y su institucionalización hasta un periodo de la posguerra en que se definió un modelo cultural de evidentes consecuencias. Si intuíamos, más que conocer, la importancia de Taracena, o lo hacíamos parcialmente en alguna de sus facetas vitales o intelectuales, esta obra le otorga, por fin, el lugar que le corresponde en la Historia española.

Defiendo que se trata de una obra biográfica excepcional porque en ella hallamos la síntesis, las conclusiones eficaces que el gran debate sobre la biografía ha deparado. El autor se sitúa en un punto histórico, el nacimiento del biografiado y desde ahí reconstruye un tiempo individual pero siempre contextualizado, siempre un tiempo objetivo para lo que debe mantenerse como tiempo externo y extraño, ajeno. Es una rígida tensión para el biógrafo que descubre y convive estrechamente durante un larguísimo tiempo con su personaje. Para mantener ese relato objetivo rehúye el tratamiento psicológico del biografiado, matiz que algunos estudiosos de género biográfico reclaman o exigen; de este modo no hay margen alguno para la retrodicción, para el prejuicio del que puede contemplar el pasado desde un hoy omnisciente. Concluye con la muerte de Taracena. Y más aún, a modo de introducción nos muestra el entorno en que nacería: a modo de epílolgo analiza lo que fue de Taracena y su obra después de su muerte. La contextualización absoluta.

De la Introducción
Juan A. Gómez-Barrera

 


… Quizás quede por decir que muy pronto entendimos nuestro trabajo como una triple biografía: la de nuestro personaje, la de nuestra ciudad y la de la arqueología e instituciones culturales sorianas y aun españolas entre 1917 y 1951. El avance en los últimos años de la ciencia historiográfica en nuestro país sin duda facilitó nuestro trabajo, mas es posible que en este libro se encuentren datos desconocidos hasta ahora y trayectorias, como la del Instituto Diego Velázquez y la de la Institución Príncipe de Viana por ejemplo, necesitadas de mayor atención para el cómputo general. También en lo que a la historia del siglo XX soriano se refiere las páginas que acompañan el ir y venir de Taracena podrán resultar de interés, pues, como le ocurriera a él mismo, no entendemos la acción cultural al margen de la sociedad política y económica que la generó. Y en lo que respecta a Taracena déjennos que señalemos que hemos tratado de huir del elogio fácil, de las interpretaciones abusivas y del olvido de su obra. Hemos recopilado los pequeños detalles, y tanto estos como las grandes argumentaciones, si es que las hay, se apoyan en pruebas documentales archivísticas, epistolares o hemerográficas.

Se ha privilegiado el orden cronológico, y por más que Michel Houellebecq escriba en Las partículas elementales que “el relato de una vida humana puede ser tan largo o tan breve como uno quiera”, le hemos dado a la vida de Taracena el tamaño que ella misma nos ha pedido. De igual modo, como Antonio Muñoz Molina recomendara en su prólogo al Melville de Andrew Delbanco, tanto hemos contado lo que se sabe como delimitado el espacio de lo que se desconoce; hemos enumerado certezas y apuntado indicios; y, sobre todo, creemos haber contado el proceso evolutivo del que fuera director del Museo Numantino, del Arqueológico de Córdoba y del Nacional de Arqueología y efectivo secretario del Instituto Diego Velázquez del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Para el arqueólogo soriano, cualquiera que este sea, el descubrimiento de Blas Taracena es parejo a su propia formación y la admiración hacia él crece a medida que la investigación le va devolviendo sus propios trabajos. Y sin embargo el arqueólogo común, aquel que ha centrado su aportación científica en una determinada parte del proceso, reconoce del maestro una parte del todo: conoce su Carta Arqueológica o su Guía de Soria, sus trabajos sobre la Edad del Hierro, Numancia, Tiermes o la villa romana de Cuevas de Soria. Poco sabe de su vocación cultural, de sus escritos periodísticos, de su tarea archivística, bibliotecaria o museística; ignora sus funciones sociales, su lucha por el patrimonio histórico artístico y su contribución al progreso de la arqueología española; y desconoce su devenir tras la Guerra a fuerza de repetir los postulados apriorísticos derivados de las falsedades y delaciones salidas de la naturaleza del propio conflicto.

La obra que el lector tiene en sus manos, resultado de un paciente y prolongado trabajo durante trece intensos años de investigación, no es producto de encargo alguno; es más bien un capricho, un capricho que, parodiando a Javier Gomá Lanzón, podría aparecer salpicado de una pretendida vocación, tal vez egocéntrica, pero en absoluto egoísta.

 

Del Epílogo

 

Si en vísperas del 23 de abril de 2003 se dio curso a esta obra, trece años después, en vísperas de otro 23 de abril, el de 2016, se trazan las primeras palabras de este epílogo que habrá de poner fin a aquella. Tras cumplidas novecientas páginas, cuatrocientas veinte ilustraciones, varios miles de notas a pie de página y, en Cd aparte, un extenso apéndice que reúne, en transcripción personal del autor y en novedosa primicia, cincuenta y ocho colaboraciones periodísticas del biografiado, varios informes inéditos, discursos y textos apenas referenciados, cuando no ignorados o desconocidos, y tres corpus epistolarios que suman cerca de mil doscientas cartas, saludas, oficios y remitidos que abarcan desde la instancia que con letra de un niño de nueve años dirige al director del Instituto General y Técnico de Soria para merecer, “de su bondadoso corazón”, la admisión en las pruebas que, de superarlas, le permitirían cursar los estudios de Bachillerato hasta la carta mecanografiada que hace enviar a Jesús Elósegui tan solo nueve días antes de su fallecimiento, sin olvidar, entre tanto y entre ambas, las misivas que desde Johannesburgo le remitió en 1947 el abate Henri Breuil pidiendo su colaboración para dotar a la tumba de Hugo Obermaier de un monumento funerario acorde con su honorabilidad, las que Luis Vázquez de Parga y su propio hijo, Blas Taracena del Piñal, cumplimentaron para agradecer los pésames inmediatos a su muerte, y los correos electrónicos que sus nietos, Juan Taracena Spinelli y Marina y Juan Antón-Pacheco Taracena, han tenido la deferencia de enviarnos con respuestas precisas y necesarias sobre pormenores del transcurrir vital de su abuelo que desconocíamos.

Tras todo esto, decimos y nos preguntamos, si queda algo por escribir y documentar en la vida y obra de Blas Taracena Aguirre y, en el mismo sentido, si cabe alguna consideración general acerca de lo ya dicho o, mejor aún, si puede concluirse una vida tan intensa en una sucesión de acciones paradigmáticas, determinantes o, simplemente, singulares.

Pese a lo que pudiera deducirse de una obra tan extensa, en la que no debe olvidarse sus complementarias El Ateneo de Soria, Tras los orígenes de la Arqueología Soriano y Una señorita llamada Numancia, de Taracena hay tantas cosas que no sabemos, tantas que se han perdido, que hace que resulten excepcionales otras que, sin ninguna trascendencia en su vivir y obrar, fueron recuperadas entre cientos de noticias locales…

… Este libro ha pretendido recrear el “mundo” de Blas Taracena Aguirre y tal cosa se ha hecho, a falta de azadón, con amplitud documental, mas dado el tamaño de la información requerida, y su diversidad, se ha contado con la estimable, esencial e imprescindible ayuda de un extenso ejército de amigos y colaboradores. Es esto tan real que si por epílogo se entiende el resumen, la recapitulación, el colofón, el remate o la culminación y, en el sentido etimológico de la palabra, el “añadir [algo] a lo dicho”, es en este espacio y no en un apartado específico de “agradecimientos” donde deben figurar los nuestros, dando así a estos la categoría que sin duda merecen. La larga lista de abreviaturas y archivos consultados, reproducida al comienzo del capítulo dedicado a las Fuentes y Bibliografía, dará idea clara de la deuda que el autor tiene contraída con las instituciones así citadas, mas estas están dirigidas por personas, con nombres y apellidos, que, unas veces de forma presencial y otras vía correspondencia, atendieron nuestras demandas con absoluto rigor y profesionalidad. Con ellas se entremezclan amigos de siempre, conocidos y colegas de ahora, familiares del biografiado y del propio autor y gentes desconocidas que al saber de nuestro esfuerzo e interés nos regalaron sus datos o sus papeles a fin de que llegara a buen puerto la tarea emprendida. Son tantos, como se dice, y tan importante sus contribuciones para esta obra que exige del autor un último esfuerzo a fin de que sean sus nombres, ordenados alfabéticamente, lo último que en ella se escriba.

Sobre el autor

 

Juan A. Gómez-Barrera (El Royo, Soria, 1955), es, además de catedrático de Geografía e Historia del IES Castilla (Soria), doctor en Prehistoria por la Universidad Nacional de Educación a Distancia y académico correspondiente por Soria en la Reial Academia de Bones Lletres de Barcelona. Especializado desde la Universidad en arte rupestre, es autor de varios libros de esa temática entre los que destacan los dedicados a la pintura rupestre esquemática del monte Valonsadero (La pintura rupestre esquemática en la Altimeseta Soriana, 1982; Ensayos sobre el significado y la interpretación de las pinturas rupestres de Valonsadero, 2001 ; y Pinturas Rupestres en Valonsadero y su entorno, 2001), al grabado rupestre postpaleolítico (Grabados Rupestres Postpaleolíticos del Alto Duero, 1992; y La Cueva de Las Salinas de San Esteban de Gormaz, Soria. Documentación y estudio de sus grabados rupestres, 1999) y al arte prehistórico en general de Castilla y León (Arte Rupestre Prehistórico en la Meseta Castellano-Leonesa, 1993). Mas, docente convencido, ha dedicado buena parte de su tiempo libre a la síntesis y divulgación de sus propias investigaciones, de ahí el libro De Arqueología Soriana (2004) y sus múltiples colaboraciones en prensa y en revistas de amplio alcance.

Desde  2003, sin olvidar el estudio del arte rupestre y su difusión -como lo prueba su participación en los cursos de verano de la Universidad del Mar (Moratalla, Murcia), su colaboración en los primeros números de Cuadernos de Arte Rupestre y la publicación de novedades y nuevos hallazgos de tales manifestaciones en territorio soriano- ha desarrollado un ambicioso proyecto de investigación historiográfica centrado en la egregia figura de BlasTaracena, que le ha permitido trazar la biografía que aquí se presenta y, en el transcurso de su construcción, elaborar los ensayos El Ateneo de Soria. Medio siglo de cultura y reivindicación social (1883-1936) (Soria Edita, 2006), Tras los orígenes de la Arqueología Soriana (Diputación Provincial de Soria, 2014) y Una señorita llamada Numancia y otros textos del papel (Millán y Las Heras Ediciones, 2015).

Fue Premio Extraordinario de Licenciatura en 1980 por la Universidad de Zaragoza y de Doctorado en 199 I por la Universidad Nacional de Educación a Distancia, sin embargo se siente más satisfecho con el premio “Mejor Becario” del Instituto Nacional de Asistencia y Promoción del Estudiante que el Ministerio de Educación y Ciencia le otorgó al terminar sus estudios universitarios en julio de 1979 y con el reconocimiento que, de siempre, le hacen sus alumnos de forma espontánea.

 

 

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