CONCHA DE MARCO

María de la Concepción Juliana Gutiérrez de Marco, que firmó sus libros poéticos y ensayos como Concha de Marco, nació en la ciudad de Soria el 23 de mayo de 1916 en la Plaza de Ramón Benito Aceña, en un edificio que era propiedad de la familia Gaya Tovar y en la que se habían alojado los hermanos Bécquer (Gustavo Adolfo y Valeriano) hacia 1860. Para celebrar este centenario de su nacimiento el Ayuntamiento de Soria ha editado -en colaboración con la Asociación de Amigos del IES Machado- el libro “Concha de Marco en carne y verso” escrito por José María Martínez Laseca, obra que se presentó en el IES Antonio Machado el 7 de abril.

Concha de Marco en carne y verso

 

Poemas de Concha de Marco en graffitis de Soria

En El Collado y confluencia de las Plazas Mariano Granados y Benito Aceña (Herradores) en la calle Marqués de Vadillo, pueden leerse estos versos de nuestra poetisa soriana.

Poemas de Concha de Marco en las calles de Soria

A José María Martínez Laseca e Ignacio del Río Chicote debe la “cultura soriana” que los fondos bibliográficos y artísticos de Concha de Marcho y su esposo, el insigne historiador del arte y soriano -de Tardelcuende- Juan Antonio Gaya Nuño, puedan consultarse en el Centro Cultural Gaya Nuño de Soria. Y Martínez Laseca, en su blog Sobre vivir ha publicado varios posts sobre Concha de Marco (Aireo tu recuerdo) para conmemorar su centenario. El que publicamos a continuación –Concha de Marco (Soria, 1916-Madrid, 1989): espíritu rebelde– se ha publicado en el blog Tamtam press.

 

Concha de Marco, espíritu rebelde

Por JOSÉ MARÍA MARTÍNEZ LASECA

Este año se celebra el centenario del nacimiento de Concepción Gutiérrez de Marco, literariamente conocida por Concha de Marco: narradora, traductora y ensayista, pero, ante todo, poeta. De la quinta del dramaturgo Antonio Buero Vallejo y el narrador y premio Nobel, Camilo José Cela. Nació el 23 de mayo de 1916 en la misma casa de la plaza de Herradores de Soria que habitaron antes, en 1860, los hermanos Bécquer y en la que después, en 1919, lo hizo quien en 1937 se convertiría en su compañero, el conocido escritor –historiador y crítico de arte– Juan Antonio Gaya Nuño (Tardelcuende, Soria, 1913-Madrid, 1976). Su familia materna es soriana, mientras que la paterna es de Valladolid.

Concha de Marco vivió en la ciudad de Soria su primera infancia y con solo 5 años se trasladó a Figueras (Gerona) en cuyo instituto, entre chicos, inició el bachillerato, que concluiría en Madrid, licenciándose en Ciencias Naturales en su Universidad Central. El 2 de enero de 1935 marca la fecha de su decisivo encuentro con J. A. Gaya Nuño. Ambos se decantan a favor de la República y tras perder la guerra incivil del 36, corrieron la desgraciada suerte de los vencidos: depuración y marginación social.

Concha impartirá clases particulares y en un colegio de Castuera (Badajoz) para poder alimentar a su familia y auxiliar a su marido preso. Con él compartió su destierro en Bilbao, su primer trabajo en Madrid y su estancia en Barcelona al frente de las Galerías Layetanas, hasta fijar su asentamiento definitivo en la capital de España. En la calle Ibiza, 23 estaba su piso-ermita de refugio, donde vivieron juntos y se amaron y desde donde, como embajadores del arte español, partían a recorrer medio mundo, hasta que murió Juan Antonio, el 6 de julio de 1976. Ella estuvo siempre en su quehacer. Ya viuda, se preocupó de que con su legado bibliográfico y pictórico se constituyera el Centro Cultural Gaya Nuño de Caja Soria, hoy Banco Ceiss de Unicaja.

Concha de Marco tenía personalidad propia. Agudeza de juicio y una indudable calidad literaria que es preciso recalcar. Es una gran poeta un tanto olvidada. Su producción de poemarios publicados alcanza el número de siete: Hora 0,5 (1966); Diario de la mañana (1967); Acta de Identificación (1969); Congreso en Maldoror (1970); Tarot (1972); Las Hilanderas (1973) y Una noche de invierno (1974). Son libros caracterizados por una bien meditada estructura. Y se advierte en ellos una clara evolución y experimentación en su afán poético. Quedan, además, poemarios inéditos. Como Cantos del compañero muerto, a modo de collage en el que entra todo: la lírica, la épica, la política…

Su poesía es limpia, transparente, de palabras precisas, aunque en ella se advierta un hondo palpitar doloroso y metafísico. Una poetisa –así la llamó ella, despectivamente– dijo que su poesía era científica y no le gustó nada. Su lírica es personal y distinta, pues su inspiración sorbe, además de en los clásicos españoles a los que reconoce y no niega, en otras fuentes de poetas extranjeros. De ahí su toque de originalidad. La poesía significa para ella un compromiso absoluto con las condiciones de vida humana en todas sus manifestaciones.

Como narradora escribió algunos cuentos en revistas y unas memorias inéditas, como traductora trasvasó al español interesantes monografías de arte y como ensayista publicó La mujer española en el romanticismo (1969). Es también coautora de una Guía de Soria (1970).

Trabajadora incansable, gustaba de la música clásica y era compañera de la noche y sus fantasmas. Respecto al arte, se confesaba autodidacta: “Por lo visto soy autodidacta. ¿Qué pasa? Sin despreciar lo extranjero siempre estudié por libre. Soy huérfana, mi Preceptor ha sido, y es, la Vida; mi Profesor, yo misma, y mi Maestro, lo Sobrenatural.”

Concha de Marco murió en Madrid el 19 de octubre de 1989. Siempre reivindicó la igualdad entre hombres y mujeres, advirtiendo que éstas han quedado excluidas de la historia de la literatura ya que “no tienen generación”. Tal ocurrió con “las sin sombrero”. El espíritu de rebeldía, su afán de independencia, la altura de sus principios, la honestidad de su comportamiento y la valentía que demostró al enfrentar su destino son las virtudes que de ella debemos conservar, toda vez que forman la veta más noble y hermosa de la fuerte personalidad de Concha de Marco.

 

POST DATA: EXPOSICIÓN Y CATÁLOGO

El 25 de marzo de 2021 se inauguró en el Centro Cultural Gaya Nuño la Exposición “Concha de Marco 1916-1989. Una mujer a la altura de las circunstancias“, complementada por un Catálogo. El comisario fue José María Martínez Laseca.