Arte de la pintura en Soria
Exposición “Memorias y Encuentros” de Vicente Molina
Veintiocho obras pictóricas y tres esculturas componen la exposición “Memorias y encuentros” del sacertote y artista plástico Vicente Molina, inaugurada ayer tarde en la Sala A del Palacio de la Audiencia y que podrá verse hasta el 18 de febrero y en la que plasma su sentimiento pictórico sobre la pandemia y otros factores sociales y espirituales (Véase el catálogo, en pdf: CATALOGO MEMORIAS Y ENCUENTROS). Horario: de lunes a sábado de 12:00 a 14:00 horas; domingos y festivos cerrado.
En el catálogo, el obispo de Osma-Soria, Abilio Martínez Varea, indica que a obra de Vicente Molina, sacerdote y pintor, quiere ser una luz en medio de la oscuridad humana producida por el dolor y la enfermedad. Una luz que ilumina la realidad histórica pero que tiene su origen en la transcendencia… Felicito al autor de esta obra por transmitir, con un lenguaje actual y sugerente, la necesidad de abrirnos a la trascendencia como fundamento sólido para la construcción de la paz y el encuentro entre personas.”
A su vez, Jesús Bárez, concejal de Cultura, escribe:
“Que nada distraiga la mirada de aquello que está más allá de toda apariencia”. Ésta parece ser la máxima que preside el quehacer pictórico de Vicente Molina Pacheco. Su objetivo: Comunicar a quien se acerque a contemplar su pintura la experiencia iluminada, casi mística, que el autor vive intensamente a través de su fe.
No es fácil conseguir este objetivo, por lo que, si alguien lo alcanzara, será debido a que a su condición de persona religiosa se une un talento creativo y una capacidad nada común para seleccionar de manera sabia los elementos expresivos del lenguaje pictórico. Y, efectivamente, Vicente Molina lo consigue.
El atraer la mirada hacia ese mundo que está más allá del tiempo y del espacio comienza, paradójicamente, con la elección como soporte de su pintura de un material que es el prototipo perfecto del material desechable y perecedero: el cartón proveniente de antiguos embalajes.
Conecta, en este aspecto, con alguno de los rasgos característicos del “arte povera”, pero adquiere en él un significado mucho más profundo, como espejo que refleja lo efímero de esta existencia, pero que al iluminarse con la pintura deja traslucir una realidad trascendente al otro lado del espejo.
La dimensión de sus cuadros, predominantemente de mediano y gran formato, ayuda a que el espectador se sumerja con facilidad en esa atmósfera que genera esa luz matizada, suave y pacificadora que inunda gran parte de su obra.
En esa atmósfera de un magnético y armónico cromatismo aparece la figura humana carente todo tipo de atributo individualizador, casi incorpórea, formando parte de una composición grupal, en actitud de serena y estática contemplación o de fraternal y espiritual convivencia.
Esta combinación de elementos, que someramente describimos aquí, hacen de la obra de Vicente Molina, junto con la de Antonio Oteiza, con quien comparte amistad y concepción artística, uno de los exponentes más destacados del arte sacro español contemporáneo”.
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