San Saturio de Soria
Las Cuevas de San Saturio según Clemente Sáenz
Recuperamos de la revista Celtiberia del Centro de Estudios Sorianos lo escrito al respecto en un antiguo artículo de Clemente Sáenz García, de su serie “La Hoz del Duero en Soria” (1960).
Cueva de San Saturio
Se halla abierto este curioso hipogeo en un peñón correspondiente a las capas J3. Su galería baja y principal, a continuación del camino carretero que allí termina, es un túnel que se abre a unos 20 metros de altura sobre el Duero, con directriz paralela al curso del mismo. Mide unos 30 metros de longitud contados desde la verja de entrada hasta la puerta de la «Sala del Cabildo de los Heros»: este último recinto está artificialmente techado y mostraría el cielo descubierto en época anterior a la erección de la ermita. Como se dirá después, al tratar de la cueva de los Murciélagos inferiormente situada, debió también por aquellas fechas de existir una comunicación, entre ambas cavidades, y quizá el Santo anacoreta en vida se sirviera de ella para poder llegar hasta el Duero, conduciendo a su discípulo el día de su recepción.
Hasta las acertadas reformas que hace un decenio dirigiera el teniente alcalde D. Benjamín Jimeno, obstruían dicho túnel antiestéticos muros y puertas que separaban cuadras y leñeras.
La reforma ha consistido en rebajar más de un metro el pavimento, disponer la artística cristalera que representa el encuentro de los dos Santos y en proveer al pasaje de iluminación indirecta, oculta en las anfractuosidades del lapiaz inverso del techo.
Las capas desmontadas en el piso son de arena amarilla un tanto arcillosa, y viene a indicar que el río pasó por allí hacía la tercera época glacial. Es muy posible que, de haber profundizado más la excavación, se hubiera llegado a algún descubrimiento paleontológico interesante.
A la entrada del túnel, a la izquierda, existe un corto conducto en forma de saco de unos cinco metros de profundidad y suelo de tierra. Desde la sala de los Heros, en escalinata de sillería, se sube, por otro conducto artificialmente ensanchado, a la capilla de San Miguel, ocho metros más alta. Existe sobre esta escalinata un pequeño orificio en el que la tradición popular coloca un prodigioso oleoducto, agotado por la calumniada codicia de un incógnito celador de la ermita. Se trata de una perforación de tantas que ha labrado la escorrentia de la lluvia a través de la roca.
La fábrica que rodea al correspondiente retablo de la capilla de San Miguel, tapa el recinto donde se encontró el cuerpo de San Saturio, dejando únicamente un ventano de pie en cuadro, justo para que sus devotos introduzcan su cabeza, impidiendo la profanación del lugar. Encima del altar hay otras cámaras y huecos ciegos que alguna vez hemos explorado. Una lucerna frontera al retablo, a través de colorida vidriera, trae reflejos del oeste, desviados por salientes de la roca. La subida a la parte principal del santuario, también ensanchada por el hombre en el siglo XVII, es el último resto espeleológico natural. Todo ya, a partir de «las habitaciones del Capellán» y la «ventana del milagro», es obra de arquitectura, y su bello contenido final, la barroca y pictórica capilla, es de sobra conocido por los sorianos lectores, y su descripción rebasa el margen de nuestro cometido.
(Altitud del santuario 1.049 metros sobre el mar).
Cueva de la Bodega del santo y otros boquetes
Subiendo a la ermita por la escalinata exterior, al llegar a su penúltimo descanso, se ve un portal bajo de sillería coronado de un pequeño tejadillo y cegado por fábrica de mampuesto. Oculta una cueva horizontal, a la que recordamos haber encontrado hace muchísimos años y que tendrá como una veintena de metros de profundidad. La imaginación popular le atribuye el papel de bodega, guardadora no sabemos de qué sabrosos néctares de los probos ermitaños.
Una inscripción que existe en el dintel condensa en difíciles y deterioradas abreviaturas un párrafo corto y una referencia al cantero artífice. Solo está clara la fecha 1703 de la construcción. En «El Oxomense» de 6 mayo de 1893, se interpretaba dicha inscripción así: «EL ANNO DE 1703=EL ARCIPES=TE DE S. AT°=MNZ ME FECIT».
En el flanco del peñón entre árboles y maraña, y también en su vértice por encima de los tejados se ven todavía otros entrantes sin ningún interés.
CUEVA DE LOS MURCIELAGOS
Está emplazada juntamente debajo de la de San Saturio. Destaca por la negrura de la boca y sus dimensiones se especifican en el plano adjunto. En el ramal de la izquierda se aprecia la existencia de un muro, probablemente de contención de tierras, y que obstruiría la comunicación que citábamos al hablar de la Cueva de San Saturio. Gustosamente cambiaríamos el nombre que posee el antro por el de San Prudencio, en honor del episodio que hemnos evocado en el epígrafe anterior.
OTRAS CAVIDADES DEL ZOCALO DE LA ERMITA
Son todas de dimensiones reptilianas empezando por la «Cuevecilla del Hueso» y la del «Fangal», inmediatas de los «Murciélagos». Un tanto espectacular es el nicho de «El Púlpito», pechina rojiza a cuya derecha colocaríamos de buen grado una «Virgen de Lourdes», si se nos encomendara «urbanizar» el paisaje.
A lo largo del paredón siguen las «Grietas de las Angosturas» y más lejos, rozando ya el río, constriñendo a la vereda marginal y en la zona que se inundará, queda otro pequeño refugio ennegrecido por las fogatas de los pescadores.
ESCARPES DE LA CUEVA DEL CONGRIO
En la continuación estratigráfica occidental del peñón de San Saturio, 200 metros aguas abajo, se yerguen los crestones que se enfrentan con la verja del pararrayos de la ermita y que descienden hasta el curso fluvial. Desde dicha verja se pueden contemplar diversas horadadas y muescas: una más alta, cota 55, pasa lo que accede a un derrumbadero; otra segunda es una ppequeña repisa o balma de nivel 45, que deja a su izquierda un corto covacho y a la derecha el alféizar del «Mirador del Espato» Ya diremos cómo a este último llega la salida superior de la Cueva del Congrio. Finalmente, más abajo y todavía a 35 metros sobre el Duero, se halla situado el Templete de las Once Bocas, curiosa «jaula» de unos pocos metros cuadrados, labrada por la Naturaleza en la roca caliza.
0 comments