Románico de Soria
Música celeste en la portada de Santo Domingo de Soria
La portada románica más impresionante de la provincia de Soria es, sin duda, la de la iglesia de Santo Domingo en la ciudad de Soria, si bien su advocación primigenia es la de Santo Tomé, que así se seguía denominando en el siglo XIX, si bien al final se ha impuesto la denominación de “Santo Domingo” como homenaje a la comunidad de dominicos que hubo en su recinto conventual durante siglos. Según la Enciclopedia del Románico de Soria, los dominicos son exclaustrados en la década de 1830, quedando uno de sus frailes al cargo de la parroquia de Santo Tomé, y en 1853 se instala una comunidad de monjas clarisas. Pues bien, el obispo Victoriano Guisasola, en 1894, “suprime la aún parroquia de Santo Tomé y entrega el templeo a las hermanas clarisas, que lo utilizan como conventual de su comunidad, perdiendo entonces su advocación por la actual de Santo Domingo”.
En cuanto a la etimología de “Tomé” hay quienes consideran que es un diminutivo de Bartolomé, y otros que considera que es el hipocorístico de Tomás, que generalmente, en el apostolado, se adscribe a San Judas Tomás Dídimo, o sea, Judas Gemelo.
Pero en este artículo vamos a centrarnos en contemplar a la “orquesta musical” de los 24 Ancianos Músicos del Apocalipsis, sobre los cuales publicamos en su día un artículo en Elige Soria con motivo de la Exposición fotográfica de Alejando Plaza Plaza, Música Revelada dentro de los actos del último Festival Otoño Musical Soriano y que, ahora, ha tenido la gentileza de permitirnos publicar estas otras fotografías en este post primordialmente iconográfico al que sólo añadimos unos párrafos de texto dado que la persona interesada puede hallar muchas referencias en el artículo anteriormente citado, Historia, arte y teología de los 24 Ancianos Músicos de Santo Domingo de Soria.
No muchos saben que durante centurias la utilización de instrumentos musicales fue considera profana y nada religiosa por parte de la Iglesia que, en este ámbito, seguía los criterios de San Agustín de Hipona y de Boecio. Había una música sacra, y la Iglesia concebía igualmente que el resto de música, complementada por instrumentos varios, era pecaminosa. Eso sí, en la iconografía se representaba a los 24 Ancianos Músicos con sus instrumentos y las jarritas de perfumes tal y como se escribió en el Apocalipsis de Juan, y esta singular orquesta se desarrollaba, no en la Tierra, sino en el “Cielo”, precediendo al Juicio Final y a la Nueva Era, a la Nueva Tierra, a la Jerusalén Celestial en la que residiría la Humanidad salvada tras el Nuevo Orden sobrevenido al ser destruido el Caos provocado por el Anticristo y sus secuaces, en esa arquetípica lucha del Bien y el Mal que, proveniente muy seguramente del zoroastrismo, impregnó a su modo la literatura apocalíptica inmediatamente anterior, coetánea y posterior a Jesús de Nazareth. La conclusión, por tanto, del Libro de la Revelación (que ello es lo que significaba la palabra griega apocalipsis) está, pues, llena de Esperanza.
Y ahora contemplemos, con estas fotografías de Alejandro Plaza, a la orquesta celeste.
Fotografías de Alejandro Plaza Plaza.
Texto de Ángel Almazán
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