Ecosistema soriano
Paseo homérico por la Pradera de Asfódelos en Valonsadero
“Del océano a las ondas llegaron, al cabo de Leucas, a las puertas del Sol, al país de los sueños, y pronto descendiendo vinieron el Prado de Asfódelos, donde se guarecen las almas, imágenes de hombres exhaustos”.
Odisea, canto XXIV, 11-14.
La topografía escatológica griega que vamos a resumir, con un poco de imaginación podemos trasladarla al paseo que hay, en la margen este del monte Valonsadero, entre la fuente del Cubillo y la fuente de la Tejera; recorrido de apenas un kilómetro en el que, en estos días finales de la primavera, lucen esplendorosas las flores de los alfódelos o gamones. Os invitamos a este paseo en el que recreamos el limbo heleno con sus Campos de Asfódelos.
Cuenta la mitología griega que hubo un tiempo en que la primavera era la única estación que existía. La Tierra era una Madre Nutricia -Deméter- esplendorosa para la Humanidad a lo largo de todo el año, pero un día, mientras Kore recogía flores en un prado se abrió el suelo y fue raptada por el dios del inframuneo, Hades, que la transformó en Perséfone, la “reina del Más Allá” y su consorte. Su desolada madre, Deméter, acudió al Sol -que todo lo ve- para saber qué le había ocurrido a su bienamada hija. “Hades la tiene”, vino a decirle. Deméter recurrió a la máxima autoridad del Olimpo, Zeus, quien exigió a su hermano Hades que devolviese a Persófone a su madre, y así lo hizo tras usar un ardid para obligarla a retornar al inframundo cada seis meses por haber comido semillas de granada, donde debía permanecer desde otoño a inicios de la primavera.
Dicen que Perséfone se consolaba en el inframundo paseando por la Pradera o Llanura de los Asfódelos, al que van la ánimas de los difuntos -cual sombras- traspasado el Bosque de Perséfone y después de que Caronte las hubiese llevado en su barca cruzando la laguna Estigia. Y en el ultramundo del Más Allá las almas que, una vez juzgadas, evidenciaban un carácter neutro, ni virtuosas ni malvadas, eran llevadas a su mansión escatológica: la Llanura de los Asfódelos.
A este respecto, transcribimos el siguiente texto de Pilar González Serrano en su ensayo “La Pradera de los Asfódelos” que nos sirve de complemento: “De entre las varias especies existentes, destaca la del asphodelus albus o `gamón blanco´, así llamado porque la disposición de las raíces de la lanta, recordaba a la unión íntima de los amantes tras su boda (gamo) la leyenda clásica, como ya hemos visto, eran las plantas que, con sus hermosas flores, tapizaban los Campos Elíseos y la antesala del Hades, el reino de Perséfone. Sorprende comprobar hasta que punto los mitos fueron elocuentes a la hora de elegir los escenarios en que se desarrollaban sus principales episodios: al tener que presentar el primer escenario que la diosa de los Infiernos vio en su catabasis, antes de sumirse, forzada, en el mundo de las tinieblas, se eligió una hermosa pradera, cuajada de flores blancas”.
Cuando las almas retornaban a encarnarse en una nueva vida humana solían beber en las aguas de una fuente o río, el Lete o Leteo, y con ello olvidaban su estancia y aprendizaje en el Más Allá. En cambio, los iniciados en los misterios de Eleusis enseñados por Deméter, bebían en las aguas de Mnemósine que les permitía recordar cuando retornaban a una nueva vida humana.
Y mientras paseamos por nuestros prados de asfodélos en Valonsadero quizás, cual Quijotes subyugados por la Odisea de Homero, lleguemos a decir: “Y vi a Orión el gigante por el Prado de los Asfódelos persiguiendo y cazando a las fieras que ya en otro tiempo él había abatido en la gran soledad de los montes manejando una clava de bronce irrompible y maciza”.
0 comments