Templarios en Soria

Paseo por la Ruta Templaria y Caballeresca de Soria ciudad

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En el Medievo irrumpieron con fuerza las Órdenes Militares-Caballerescas, algunas de las cuales eran al mismo tiempo de carácter religioso y en lo que respecta a Soria ciudad nos vamos a centrar en el Temple, los Sanjuanistas y los Calatravos. Además en esta ruta incorporamos a la institución “mancomunada” caballeresca autóctona: los Doce Linajes.

 


Proponemos iniciar la ruta en la iglesia de El Salvador (1), situada a unos doscientos metros al norte  de la Oficina de Turismo de la Plaza de Mariano Granados; iglesia que conserva su ábside románico y dos capillas góticas. Pues bien, Fortún López, segundo señor o teniente de Soria (1127-1135), que estuvo presente en la donación de Calatrava la Vieja a los fundadores de la Orden de Calatrava, tuvo un nieto llamado como él, Fortún López, que se hizo cofrade calatravo durante el maestrazgo de Fernando Escaza (1169-1208) y que mandó construir la iglesia del Salvador, extramuros, y la donó a la Orden de Calatrava, convirtiéndose posteriormente en encomienda y contando, además, con un hospital en 1485. Una lauda que sostiene el altar le recuerda.

Desde El Salvador accedemos a la calle de El Collado (2), en la que se pueden ver escudos nobiliarios vinculados de un modo u otro a los Doce Linajes, y nos detendremos en la Plaza de San Blas y el Rosel (3), conocida coloquialmente como Plaza de la Tarta pues en el centro, en torno a la farola, hay un basamento circular a modo de sotabanco con los escudos metálicos de los Doce Linajes de Soria en los que se adscribieron las diversas casas nobiliarias locales, como lo hicieron en el s. XVI los grandes ganaderos mesteños de la familia Río-Salcedo que fueron condes de Gómara y alféreces mayores de Soria.


Y precisamente uno de ellos – Francisco López de Río y Salcedo “el rico”- fue el constructor de ese gran palacio renacentista que dista un centenar escaso de metros desde “la tarta”, conocido como Palacio de los Condes de Gómara (4), en cuyo escudo mayor, el del portón, podemos ver en uno de sus cuarteles dos cruces flordelisadas cuya tipología fue utilizada por las Órdenes de Calatrava, Alcántara y Montesa. Además, debajo del escudo, se encuentran dos versos del salmo emblemático de la Orden del Temple: “Non nobis Domine, non nobis/ Sed nomini tuo da gloriam” (que podemos traducir como “No para nosotros Señor, no para nosotros,/ sino para la gloria de tu Nombre”).

Por dos callejones, con la Calle Zapatería por medio, y traspasando el Arco del Cuerno llegamos a la Plaza Mayor (5) con el Palacio Consistorial enfrente, edificio que viene a ocupar el solar donde estuvo la antigua Casa de los Doce Linajes cuyo blasón rodado y en piedra podemos contemplar encima de la balconada y ventanas centrales.

Y ahora nos encaminaremos hacia el Castillo de Soria subiendo hasta la iglesia de la Virgen del Espino y tomando la senda peatonal que desde allí arranca para ascender por el Parque del Castillo, con parada a medio camino junto al monumento al Sagrado Corazón (6) en cuyo basamento podemos ver nuevamente la rueda de los 12 Linajes.

La Orden del Temple -sobre la cual tantas leyendas se han proyectado desde la detención de sus monjes-caballeros en 1307 y extinción en 1312-, también ha sido foco de tradiciones y relatos legendarios en Soria ciudad, población en la que sus primeros señores-tenentes y alcaides, nombrados por Alfonso I “el Batallador” y Alfonso VII “el Emperador”, fueron cofrades laicos del Temple como consta documentalmente. En algunos casos, incluso sus esposas e hijas fueron adscritas a tal cofradía laica templaria. Así que la cima del Cerro del Castillo (7), desde donde se obtienen panorámicas de la ciudad y de la ribera del Duero, es enclave digno de ser incluido en esta ruta templario-caballeresca.

Y así como se comprometían a abonar al Temple una cantidad anual de dinero, además de sus caballos y otros enseres, bien en vida bien una vez fallecidos, es de suponer que favorecieran también la implantación de un asentamiento templario, el cual bien pudo ser el origen de lo que luego fue monasterio de San Polo, junto al Duero, que la tradición oral consideraba templario a finales del siglo XVI, como lo testimonian Martel y Mosquera de Barnuevo.

A San Polo (8) se puede acceder desde el Castillo por la pasarela peatonal y cruzando la isleta de Sotoplaya. El templo es de finales del s. XII o comienzos del XIII y ha sido reconstruido y rehabilitado. El pasadizo peatonal se abrió entre 1586-1590 con arcos apuntados. Hay un manantial y estelas medievales. Además una leyenda indica que el “Cristo Cillerero” de la cruz de gajos que hay en San Juan de Rabanera (junto a la Diputación y la Calle Caballeros que rememora a los 12 Linajes), estuvo en San Polo cuando éste era templario.

En cambio, Gustavo Adolfo Bécquer creyó, por su parte, que el monasterio que había sido templario fue el de San Juan de Duero pues así parece indicarlo en su leyenda “El Monte de las Ánimas” (1861), que se encuentra al lado de este monasterio que históricamente perteneció a la Orden de los Hospitalarios de San Juan, siendo la primera referencia documentada sanjuanista del año 1190. También es citado como iglesia templaria en la leyenda “El Rayo de Luna” (1862).

Y en la Noche de Difuntos se rememora la leyenda “El Monte de las Ánimas” desde el Rincón de Bécquer hasta el río Duero con música, danzas, tramoyas fantasmagóricas, paso descalzo sobre ascuas ardientes y lectura de la leyenda por parte de algún actor o personaje famoso de ámbito nacional.

A su vez el teósofo Mario Roso de Luna incorporó en su libro “El Árbol de las Hespérides” (1923) el relato “La Demanda del Santo Grial”, en cuya segunda parte describe en 43 páginas la vida de Ginés de Lara y Montalbán al que convierte en último comendador templario de San Polo que también vive en San Juan de Duero en el que fue iniciado en los presuntos misterios esotéricos del Temple.

Y por cierto que, entre el Centro de Recepción al Turista del Fielato y la iglesia-claustro de San Juan de Duero, el grupo de recreación histórica Oria Dauria suele escenificar un campamento templario, ajuar guerrero y formas de combate, durante el puente de la Inmaculada.

NOTA: Texto recogido del portal Turismo Soria

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