Bécquer y Soria
Soria en el corazón de las Leyendas de Bécquer
Transcribimos la primera parte de este artículo escrito por Jesús Garijo Lapeña publicado en Revista de Soria (2º época, verano de 1993. Diputación de Soria) y enlazamos a un pdf con todo el texto incluido (En el corazón de las Leyendas de Bécquer – Jesús Garijo ) en el que recorre igualmente la geografía becqueriana del Campo de Gómara y zona del Moncayo soriano.
SORIA EN EL CORAZÓN DE LAS LEYENDAS DE BÉCQUER
Jesús Garijo Lapeña
I
Seguir los pasos de Gustavo Adolfo Bécquer en Soria es, sin duda, querer, sentir, amar la obra del poeta, y ponerse a caminar. Subir en el cisne, viajero, tal que un Brahma creador y entregarse a la alquimia, buscar en Soria aquellos lugares “donde no llega ni un eco perdido, ni se percibe el rumor más leve; donde reina el augusto silencio de la soledad, y su profunda calma convida a las meditaciones”.
Que se llene tu alma del deseo de la soledad; montar en un “Relámpago”, espolear el corcel de tu imaginación y, loco soñador, tú también, de quimeras e imposibles, internarte en las profundidades del alma becqueriana y del alma soriana; porque Soria tiene eso, ¡alma!.
Que colmen tus deseos de perfección los lugares recreados por Gustavo Adolfo Bécquer en sus Leyendas. No encontrarás sólo arquitectura, no encontrarás sólo paisaje…
II
¿Qué hay entonces en Soria?. Pues hay un claustro del monasterio de la Peña donde escuchar las conversaciones de los muertos, un puente sobre el Duero desde donde mirar correr una tras otras las olas del río y, si eres poeta, como Manrique, como Gustavo Adolfo, creer que en ellas viven mujeres misteriosas, hadas, sílfides u ondinas. Hay… noches para mirar a la luna, a las estrellas que tiemblan a lo lejos… y soñar con un amor al que perseguir cruzando el puente, por las desiertas ruinas de los Templarios. ¡Cómo admiró este lugar Gustavo Adolfo Bécquer; ¿crees que puede separarse el sentimiento amoroso humano, y aún místico, de estos inmensos jardines que bordan la margen del río hasta la ermita de San Saturio? El mundo, en el anhelo amoroso, se hace plenitud. La locura recobra sentido en el hombre enamorado.
Déjate llevar por las calles de Soria, vagando a la ventura, y escucha los rumores de la noche. Por el barrio de San Juan, por la calle de la Zapatería, por las ruinas de la Iglesia de San Nicolás, por la Colegiata, deben de haber visto a esa mujer de ojos azules, cabello negro, alta y esbelta, de andar acompasado y majestuoso… Vuelve al lugar mágico donde todo puede que suceda: al puente, al claustro de los Templarios, hacia la oscura alameda que conduce al Duero, si quieres gozar de la gloria… de un “Rayo de Luna”… y recuperar el juicio.
Soria es el vaso de oro que guarda un preciado perfume… ¡el de las tradiciones! Seguro estoy de que, si escuchas con atención algunas de las historias que por aquí se cuentan difícilmente conciliarás el sueño.
Si se quiere sobrevivir es bueno conocer cuanto sucede en cada lugar y someter los caprichos a las leyes impuestas por la tradición. Por eso, amigo, aunque antes te has dirigido, enamorado, al claustro de los Templarios, has de saber que algo muy distinto ocurre el día de Todos los Santos en el Monte de las Ánimas en cuya falda se encuentra el Convento de aquellos frailes con espuelas: “los muertos, envueltos en jirones de sus sudarios, corren como una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aullan, las culebras dan horrorosos silbidos…”.
Las calles de Soria no son las mismas que aquellas de las que te he hablado. Ni el puente sobre el Duero. Ni la mujer. Ahora tiene nombre propio, Beatriz.
Si como Alonso, el rey de los cazadores, joven, brioso y de raza, encuentras a “la hermosa”, escucha primero si doblan las campanas, si suena la oración en San Juan de Duero. Puedes no volver, no volver.
“Las doce sonaron en el reloj del Postigo… el viento gemía en los vidrios de la ventana.. ¿soy yo tan miedosa como estas pobres gentes?
Pero el pecado de orgullo tiene un castigo bíblico. Cualquiera podrá constatar la verdad de la tradición si te atreves a transgredirla: “los templarios y los nobles de Soria persiguen aún en el Monte de las Ánimas a una mujer que, horrorizada, da vueltas a la tumba de Alonso”.
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