Parques y Jardines de Soria
Tapices de hiedra en Soria y su ancestral simbolismo
Planta trepadora como ninguna, la hiedra-yedra tapiza en la ciudad los más diversos elementos, de los que vamos a dar un testimonio fotográfico con las imágenes que acompañan a este post, comenzando por estas de la Plaza Mariano Granados y Paseo del Espolón.
Nos dice Ana María Quiñones Cuesta que sólo una especie de la gran familia botánica de las Araliáceas se da en la península Ibérica, la denominada “Hedera helix L.”. Y nos resume así sus peculiaridades. “Esta es una planta trepadora; siempre verde, pues luce su vivaz follaje tanto en invierno como en verano; se cría en lugares rocosos o pedregosos, al pie de los muros o en el bosque al pie de los troncos; está provista de fuertes raíces que originan los tallos en los que se aprecia con gran claridad un dimorfismo foliar, pues de sus ramas finas y estériles, es decir, aquellas destinadas a prolongarse y a trepar, nacen hojas coriáceas, verdinegras, lustrosas, persistentes y pecioladas, que presentan nervadura palmeada, dividida en tres o cinco gajos (hojas tri o quinquelobuladas), mientras que de aquellas otras ramas libres o fértiles, es decir, las ramitas predestinadas a dar flores o las de los vástagos, nacen hojas lanceoladas con bordes enteros. Sus flores de color amarillo se agrupan en racimos de umbelas, es decir, en ramilletes globosos y su fruto es en bayas negruzcas de tamaño de un guisante”.
Vemos ahora dos imágenes de hiedra en el Parque de la Dehesa.
La imagen siguiente nos muestra un uso de la hiedra en xerojardinería en el Rincón de Bécquer.
Administrada en pequeñas cantidades es vasodilatadora y provoca sensaciones embriagadoras lo que explica que fuese consagrada a Dionisos y se creía que tenía diversas aplicaciones medicinales como la curación de llagas, eliminación de manchas solares en la piel, antipiojos, y de sus granos se sacaba un colorante para teñir de negro el cabello.
Plutarco nos dice que en el antiguo Egipto se la consideraba “planta o árbol de Osiris” y en el arte egipcio vemos a músicos y bailarinas adornados con hiedra. Cabe pensar que “la civilización egipcia otorgó a la hiedra cierto carácter funerario, e incluso, pudo haber encerrado un simbolismo de inmortalidad, lo que justifica plenamente su presencia en relieves y pinturas de tumbas y templos funerarios”, apunta Ana María Quiñones. Por otra parte, en estelas funerarias hispano-romanas sorianas podemos encontrar en bajorrelieves la hoja de hiedra.
Y ahora observemos estas dos fotografías de yedra en la cima del cerro del Castillo de Soria.
Entre los griegos Dionisos era dios de la vegetación y vivificador de la Naturaleza -reconvertido en Baco entre los romanos-, y la yedra formaba parte de su tirso y de los usados ritualmente posiblemente como símbolo de resurrección y vida postmortem. Los griegos vincularon la hiedra a Dionisos, “encerrando un profundo contenido filosófico-religiosos de muerte y resurrección, de regeneración de la vida, en suma, de inmortalidad o eternidad”, indica Ana María Quiñones.
A su vez, en el románico presentan sus bajorrelieves de hiedra “claras alusiones a la inmortalidad, a la eternidad; simbolismo, que incluso pudo haberse enriquecido con un nuevo aspecto, el de fidelidad, esgrimido por algunos medievalistas”, concluye nuestra simbóloga. Y no nos extrañe verla representada en algún cimacio o capitel del románico soriano, por cierto.
Y acabamos el post con estas fotos de una fachada de la calle Antonio Oncla recubierta de hiedra.
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