Iglesias de Soria
San Juan de Duero, visita turística a un enclave de los Hospitalarios
Del antiguo monasterio de la Orden de los Caballeros Hospitalarios subsiste la iglesia y el claustro sin techar. Documentalmente consta la presencia de los Hospitalarios o Sanjuanistas en 1190, año en el que Alfonso VIII les confirma sus posesiones en Soria. Se conocen igualmente unos pocos documentos sanjuanistas relativos a este monasterio entre los años 1580 a 1747, año este último en el que el visitador de la Orden de Malta (sucesora de los Hospitalarios medievales a desde 1530) sólo quedaba un retablo en la capilla mayor y el claustro se hallaba muy deteriorado. Finalmente, en 1853 ya no aparece en la estadística del clero la encomienda de San Juan de Soria. Antes, en 1787, el Ayuntamiento de Soria reparó el tejado pues el templo acogía la misa a la que acudían los jurados de las cuadrillas en el día de San Juan.
Hemos realizado el siguiente vídeo aprovechando la visita de los turistas del último tren machadiano Campos de Castillo durante este año que iban acompañados del guía Ismael Navarro (la Junta de Castilla y León, gestora del lugar, nos permitió cubrir periodísticamente esta visita en vídeo y fotografía).
Gustavo Adolfo Bécquer, que estuvo por Soria entre 1860 y 1876, apenado por su abandono intentó sin éxito concienciar a la intelectualidad soriana para que lo convirtiesen en museo. En 1852 fue declarado monumento nacional y en 1934 pasó a ser la sección medieval del Museo Numantino, cuyo director actual, Elías Terés Navarro, es el autor del capítulo correspondiente a este antiguo monasterio en el libro “Soria. Su historia, sus monumentos y sus gentes”, publicado por el Ayuntamiento de Soria este año y coordinado por Carlos de la Casa y J.A. Martín de Marco. Y de este capítulo tomaremos los datos que siguen.
El templo es una nave con ábside en la cabecera, abovedada, y con presbiterio recto. “La iglesia, reformada y ampliada, es románica de traza sencilla, construida con muros de mampostería y reforzada en arcos y bóvedas con sillería”, con las paredes enlucidas tanto por dentro como por fuera, nos dice Elías Terés.
Como es característico en templos sanjuanistas se encuentran dos templetes en los laterales que, en el caso de Soria, “sobre haces de cuatro columnas exentas, apoyadas en sencillas basas áticas, se cubrieron de sendas bóvedas nervadas, semiesférica en el lado del evangelio y cónica en el de la epístola, revestidas de argamasa”. Sus capiteles y ménsulas “se adornaron con decoración figurada, seres fantásticos y pasajes bíblicos”.
Elías Terés estima que, en lo que respecta al claustro, “con toda probabilidad, estarían cubiertos sus pasillos perimetrales con tejado a una vertiente”. Tiene diversos tipos de arquerías que denotan una elaboración temporal distinta: “Primero el tramo románico y luego los restantes, a principios del siglo XIII; su trazado, de gran armoniosidad, lo componen cuatro sectores diferenciados”.
Tenemos una primera sección totalmente románica y a su lado unos arcos de herradura apuntados (arcos túmidos) de tradición almorávide y nazarita. Un tercer tramo es el de arcos de herradura apuntados y en lacería que Pío Baroja describió así: “Una serie de arcos entrelazados, que forman una especie de trenza apoyada sobre pilastras”, sin capiteles (al contrario que los dos tramos citados anteriormente). Y la cuarta sección es la más esbelta “con arcos de ligera herradura apuntada, entrelazados rítmicamente de modo secante, descansando alternadamente sobre pares de columnas, dejando uno libre de cada dos, con capiteles de decoración vegetal en su mayoría”. Estas arcadas tienen tres esquinas achaflanadas con sus respectivos arcos.
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