Románico de Soria
San Agustín el Viejo de Soria en su collación, culto y románico
El concejo de Soria tuvo durante siglos como fiesta votiva la de San Agustín de Hipona el 28 de agosto. En la ciudad de Soria aún perdura, en ruinas, la iglesia románica de San Agustín de uso profano actualmente, cercana a las murallas y a las ruinas también románicas de San Ginés de Soria. Se accede a ambos enclaves a través del Camino de San Ginés que arranca cerca de la cabecera de la concatedral de San Pedro o, también, por el Paseo del Duero en su margen oriental y traspasando el Postigo de San Ginés.
En el Censo diezmero de 1270 aparece esta collación, sita cerca de la Puerta de Navarra, con cinco vecinos de los que cuatro de ellos muestran proceder de dos parentelas según María Asenjo González, además de contar con tres atemplantes y dos moradores. A su parroquia de San Agustín pagaban diezmos los lugares de Valdeavellano (de Tera) que era el más poblado con 24 moradores, Ocenilla, Villar del Campo, Rivamilanos y Espejo (de Tera). Posiblemente procederían del Valle los que se asentaron en esta collación, según apunta María Asenjo.
En 1852 en cura párroco de La Mayor, Tomás Celorrio, la ubicaba así: “Esta parroquia de que es cura el Vicario de la Colegiata, está situada al fremate de la huerta del convento de San Agustín, junto al Duero”.
Fue de reducido tamaño y de ahí que tanto el concejo como el cabildo de la concatedral pidiesen varias veces en el siglo XVI al obispo de Osma que la procesión que ambos realizaban a esta iglesia en su festividad se realizase en el convento de Nuestra Señora de Gracia de los Padres Agustinos, al que llamaban “San Agustín el nuevo”. Alegaban así, en 1587, que “por ser tan pequeña, en ella no pueden entrar de veinte personas arriba… y la procesión vuelve sola y con poca decencia”.
Finalmente en 1609, encontrándose ruinosa, “se acordó, con autorización eclesiástica, notificada el 35 de agosto, ir procesionalmente a la de la Santísima Trinidad, donde se había trasladado el Santo titular”, aclara Víctor Híges Cuevas. “Poco tiempo debió durar este voto, puesto que a mediados del s. XVII, ya nada dicen las actas del Ayuntamiento de su celebración, no figurando en un memorial de los actos y procesiones a que asistía en esta época”, recalca Híges.
“El edificio primitivo se construyó a base de encofrado -recurso habitual en la ciudad y su entorno-, con pequeñas piedras calizas, algunas areniscas y cantos rodados, trabado todo con cal. Los esquinales se reforzaban con sillares de arenisca, arrancados ya en su inmensa mayoría. Muestra la habitual traza de cabeceera compuesta por tramo absidado y presbítero cuadrado, con nave única y portada al sur. El ábside es muy macizo, sin la saetera que suele presidir el testero de la mayor parte de iglesias románica y con un engrosamiento en la base aque permite reforzar su cimentación seguramente amenadzad por su disposición en ladera”, describe José Manuel Rodríguez Montañés en la Enciclopedia del Románico. Y señala que donse sí se aprecia una pequeña saetera es en la parte norte del presbiterio, por lo que supone que pudo tener su pareja en el lado meridional. La nave rectangular conserva su paramento septentrional original pues su opuesto ha tenido diversas reformas. A poniente hay inserta una vivienda construida dentro de lo que fue esta iglesia que debió estar cubierta con armazón de madera. Y su fecha de construcción quizás cabe situarla a finales del s. XII.
Las referencias agustinianas de la ciudad de Soria nos llevan también a mencionar que, en 1152, se instituyen en la colegiata de San Pedro de Soria los canónigos regulares de San Agustín y el papa Alejandro III lo confirmó en una bula de 1166 (la secularización acaeció en 1467). Así mismo hay que reseñar la existencia del convento-colegio de frailes agustinos calzados con la advocación de Santa María de Gracia junto al puente del Duero, construido en 1522 y cuyo más insigne residente es nada menos que fray Luis de León (curso 1555-1156).
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