Soria en la Historia
El Más Allá en Soria: Escultura funeraria de Emilio Molina Payés
Una de las facetas culturales que aporta la visita a los cementerios es la vertiente artística, generalmente escultórica, de algunos de sus sepulcros, panteones y mausoleos. Como ejemplo vamos a centrarnos en este post en el escultor catalán Emiliano Molina Payés en el cementerio de Soria, analizada por el profesor Javier Herrero en su ensayo monográfico “La obra de Emilio Molina Payés (1872-1947) en Soria. Arte funerario y conmemorativo” (Revista de Soria, nº 92, invierno de 2015, pp. 71-96).
Emiliano Molina Payés nace en Reus (1896) y fallece en Madrid en 1947. El Noticiero de Soria del 24 de mayo de 1899 informa de su llegada a Soria. “Procedente de Madrid y Barcelona ha llegado a esta capital el escultor Emilio Molina Pajes, ofreciendo sus trabajos en barro, en mármol, en madera y piedra, a precios económicos. Especialidad en imágenes, en altares y trabajos para cementerios”. Tuvo en Soria como ayudantes a los sorianos Bonifacio Cabeza y Patricio Martínez. También realizó obras funerarias escultóricas en Derroñadas, Vinuesa, El Royo y Almazán. Su clientela soriana pertenecía “a clases acomodadas de la ciudad, alta y mediana burguesía, y algún acaudalado comerciante; encontramos funcionarios, clérigos, militares, farmacéuticos, indianos…”, señala Javier Herrero.
Así mismo realizó las cuatro originales lápidas conmemorativas para el obelisco de Numancia, costeado todo ello por el senador Ramón Benito Aceña e inaugurado el 24 de agosto de 1905. Igualmente labró la placa conmemorativa a los hermanos Bécquer que podemos contemplar en la fachada de una vivienda en la Plaza de Herradores, descubierta el 23 de diciembre de 1906.
El primer encargo escultórico funerario fue el del mausoleo de la familia Cornel y Albiñana sobre el cual leemos en el Noticiero de Soria (18-oct-1899): “… presenta una tosca cruz de madera, con la corteza carcomida, enclavada en unos peñascos… un sudario de fino encaje está colocado en los brazos de la sencilla cruz y los pliegues del paño parecen indicar que éste ha sido juguete del viento”. La piedra utilizada aquí y en otras obras suyas es la de Monóvar o piedra de Novelda.
Para Javier Herrero, la última obra soriana documentada fue la placa conmemorativa en honor al filósofo soriano krausista Antonio Pérez de la Mata al que se le rindió un homenaje el 1 de octubre de 1920 en el que participó el poeta Antonio Machado. La placa se puso en la fachada de la casa en la que había nacido en la Calle Real, a la que se le cambió el nombre, pasándose a llamar “Calle de Pérez de la Mata”. Así mismo la tumba de este ilustre filósofo soriano salió de su taller, siendo el único caso en el que la cruz aparece desnuda pues lo habitual era que Molina Payés incorporase “un sudario, una corona, una cinta, un lazo o ramos de flores..”, según Javier Herrero.
La tipología de enterramiento más habitual que se constata en el cementerio de Soria realizada por Molina Payés “responde a un esquema sencillo: tumba cubierta con losa y cruz en la cabecera”, indica Javier Herrero. “La tapa que cubre la fosa puede tener perfil de varias molduras o ser lisa y en ella, además de las correspondientes inscripciones, pueden aparecer algunos relieves: libros, paños plegados, pergaminos, o un reloj de arena alado. El cabecero descansa sobre un cuerpo arquitectónico o sobre un montículo de piedras irregulares –recurso habitual en los cementerios decimonónicos europeos- aunque en ocasiones se combinan las dos soluciones. Sobre él se coloca una cruz latina con los brazos de diámetro circular, los extremos cortados al bies, la corteza carcomida y nudos o restos de ramas en su superficie, un rústico madero, según la tradición bíblica”, describe Javier Herrero.
Además – prosigue el profesor Herrero- hay un segundo tipo de enterramiento en la obra soriana de Molina Payés, que presenta estatuas de bulto redondo, generalmente ángeles que, en algunos casos se elevan sobre elevados pedestales.
El simbolismo funerario de los diversos componentes iconológicos del repertorio escultórico de Molina Payés ha sido analizado por Javier Herrero en el citado ensayo de Revista de Soria, ocupando nada menos que dos páginas y media. Esta iconología funeraria evidencia diversas creencias religiosas católicas respecto a la escatología, el Más Allá, la vida post-mortem y el “Arte del Buen Morir”.
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