El Más Allá en Soria

El Más Allá en Soria: lo que se sabe de la necrópolis de San Juan de Duero

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La función sepulcral-funeraria de la iglesia y del claustro de San Juan de Duero se ha constatado arqueológicamente en 1978 (José Luis Argente) y 1981 (Carlos de la Casa y Elías Terés), aunque con excavaciones mínimas, por lo que Carlos de la Casa, en su tesis doctoral “Las necrópolis medievales de Soria” consideraba en 1990 que “en un futuro, no muy lejano, se debe excavar el yacimiento de forma total”, lo que no se ha llevado a efecto todavía. Las dieciséis sepulturas de lajas halladas en 1978 y 1981 las data entre los siglos XIII-XV. la existencia de osamentas se conoce al menos desde poco después de que fuese declarado monumento nacional en 1882, circunstancia que conllevó diversos trabajos de conservación  y que supuso retirar “parte de los escombros en que estaban envueltos los arcos y se descubrieron muchos sepulcros de piedra con los esqueletos, pero sin las vestiduras ni otras señales”, según recoge A. Díaz Díaz en su Guía de San Juan de Duero.

Una peculiaridad destacable de las tumbas encontradas en ambas excavaciones es su cabecera de forma monolítica, modalidad que ya se encontró en una tumba medieval de la antigua iglesia de San Miguel de Montenegro (Plaza de Abastos) . En la provincia de Soria, cabeceras similares se han encontrado en necrópolis medievales de Garray, Tiermes, Caracena y Santa María de Huerta, según indica Carlos de la Casa en su tesis doctoral.

Javier Martínez de Aguirre sugiere que esta sepultura del muro meridional del templo pudiera corresponder a quien encargó la terminación del claustro. Plantea también que tal promotor no fuese un prior sino un potentado.

Asimismo se ha confirmado la reutilización de algunas de estas tumbas, siendo la orientación de todas ellas oeste-este, esto es, con la cabeza mirando hacia donde sale el sol pues por allí, según la escatología cristiana, vendrá Cristo en su Parusía del Final de los Tiempos, y además Cristo es denominado “Sol de Justicia”.

Excavación de 1981. Se encontraron dos monedas de Sancho IV (1284 -1295) y de Enrique IV (1454- 1474)​​ – (fotografías de la tesis doctoral de Carlos de la Casa).

Además hay que destacar el sepulcro del arsosolio del muro sur de la iglesia, de arco apuntado con arista de bocel y cabecera antropomorfa, que Gaya Nuño consideraba del siglo XIV, y hay que sumar el sepulcro del hastial septentrional del templo con lápida en la que se representa al difunto, quizás un abad o prior del convento sanjuanista o tal vez incluso un capellán muy estimado, que porta un copón eucarístico sobre el tórax y que probablemente corresponda al siglo XV o inicios del XVI.

 

REGLA DE RAYMUNDO DE PUY [1125 – 1153]

Los enterrados en el claustro e iglesia fueron, en primer lugar, los monjes guerreros integrantes de este monasterio de San Juan de Duero, así como capellanes y sirvientes. Quizás también alguna persona notoria y nobiliaria soriana. Por la primera Regla de los Hospitalarios Sanjuanistas conocemos parte del oficio funerario.

“De los oficios religiosos que deben realizarse a la muerte de un freire.

Se establece que a aquel que falleciera, en cualquiera de las obediencias existentes, les sean cantadas treinta misas por su alma. En la primera de ellas cada uno de los freires ofrecería una candela con una moneda. Las monedas serían luego entregadas a los pobres; si el presbítero que cantara las misas no fuera de la casa, facilítesele procuración en esos días, y acabado el oficio, el maestre compórtese caritativamente con él. Las vestimentas de los freires difuntos serán para los pobres. Los freires sacerdotes, cuando cantaran las misas de difuntos, elevarían por su alma oraciones a nuestro señor Jesucristo, y cada uno de los clérigos cante el salterio, y ciento cincuenta padrenuestros los laicos. En relación a los pecados, circunstancias y quejas expuestas en el capítulo, aplíquese un juicio ponderado y recto”.

Según leemos en Wikipedia, Raymond du Puy o Raimundo de Podio (c.1080 – 1160), “fue el segundo superior de la Orden de San Juan de Jerusalén o de los Caballeros Hospitalarios, y el primero en recibir el título de Maestre. La Regla de Raimundo de Podio, primera por la que se rigió la Orden, fue redactada por el mismo capítulo que le eligió en 1120. Aprobada poco después por el Papa Calixto II y confirmada en 1153 por Eugenio III, siguió en vigor hasta 1478”. 

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