Arqueología soriana

El tejo, árbol totémico desde el Paleolítico y en la Celtiberia

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Como complemento al post anterior –Los tejos, ya protegidos en el Fuero de Soria– en el que dábamos cuenta de algunos datos botánicos de este árbol y la localización de algunos ejemplares en la ciudad y en la provincia, en este artículo nos vamos a centrar en lo  etnográfico, mitológico, arqueológico y otras peculiaridades.

El tejo no es tóxico para los animales, pero sí -y muchísimo- para los seres humanos (a excepción del arándalo), pero sus jugos -extraídos bien de la savia o de las hojas y corteza-, se ha utilizado desde el Paleolítico para empozoñar flechas, lanzas, cuchillos….

Según Ignacio Abella en “La memoria del bosque” parece evidente que “las numerosas figuras que aparecen en las pinturas rupestres de Francia y del norte de España en las que se dibuja un ramito esquemático que parece una representación muy expresiva del tejo”. Así que es posible que lo mismo acontezca en la provincia de Soria, incluidas las pinturas rupestres de Valonsadero y los grabados rupestres prehistóricos.

Así mismo, la hilada doble de las hojas esquemáticas -muy probablemente del tejo- se encuentra en incisiones de cerámicas antiquísimas del campaniforme, como en esta vasija de la Cueva de la Mora en Somaén.

 

Más cercanas en el tiempo y anterior al poblamiento celtibérico destacamos estas dos cerámicas dibujadas por F. Wattemberg.

En la Europa indoeuropea, especialmente la céltico-germánica precristiana, el tejo adquirió connotaciones mágicas y un destacadísimo puesto entre los árboles más sacros.

Francisco Marco Simón, al respecto, dice: “El tejo, árbol funerario en el mundo céltico y soporte de la escritura ogámica en Irlanda, es sobre todo emblema de inmortalidad por ser el más longevo de los árboles, de metamorfosis y de regeneración. La rueda de Mog Ruith está hecha de madera de tejo, que es uno de los siete airig fedo («nobles del bosque») que encabezan la lista de los 28 árboles mencionados en el tratado legal Bretha Comiathchesa (Las Leyes de la vecindad») datable en el s. VIII, al lado del roble, el avellano, el acebo, el fresno, el pino escocés y el manzano. De acuerdo con los textos irlandeses, los druidas preferían las ramas de tejo para elaborar sus varitas mágicas, y uno de los antropónimos más comunes de la Irlanda céltica, Eógan (que da nombre a reyes, guerreros y santos) significa «nacido del tejo»; con madera de tejo rojo estaban cubiertas las salas del palacio de Conchobar en Emhain Macha”.

“Pueblos del tejo” es la traducción más aceptada del epónimo Eburones que combatieron entre el Rhin y el Mosela. Julio César cuenta en su Guerra de las Galias que, derrotados en el año 53 a.C., uno de sus jefes, Catuvolco, se suicido bebiendo un jugo extraído del tejo. Y es que la conciencia de la toxicidad del tejo es muy antigua, afirma J.A. Rueda de Oria: “Hace dos milenios, el historiador y geógrafo Estrabón comenta que los celtas galos empleaban el veneno del tejo en la punta de sus flechas y el uso de este veneno de efectos fulminantes. El escritor latino Silio Itálico explica como los cántabros se suicidaban con el veneno del tejo, de efectos fulminantes, cuando eran capturados por el enemigo“.

A su vez David Matarranz en su apasionada monografía La savia del tejo,  recoge la hipótesis esbozada por Antonio Ruiz Vega respecto a que la “caelia” que bebieron los numantinos en sus últimos días bien podía llevar esencias del tejo para su “suicidio colectivo”.  Así, por ejemplo, Floro escribió: “decidieron (los numantinos) precipitarse a la lucha como a una muerte segura, habiéndose primero hartado, como para un sacrificio, de carne semicruda y de caelia; así llaman a una bebida indígena hecha de trigo “. Las bebidas en aquella época y durante la época imperial romana no eran tan sólo líquidas sino que llevaban otros ingredientes, algunos de los cuales eran estupefaccientes como acontece con el tejo.

Algunos elementos ramiformes de las pinturas numantinas bien podrían interpretarse como ramas de tejo, a tenor de la sacralidad adquirida por este árbol entre los pueblos célticos.

Valga como muestra la imagen con la que abrimos este artículo o esta de la derecha en la que un celtíbero porta un “arguijuelo”, como propusimos en el post Arguijuelo, arbujuelo y mozos del ramo en las Fiestas de la Madre de Dios en Soria.

En Arcóbriga (Monreal de Ariza) es muy posible que los ramiformes de las dos imágenes que mostramos a continuación correspondan al tejo.

Ya en la etapa hispanorromana sigue presente la “numinosidad” del tejo. Así lo evidencia, por ejemplo, la iconografía ramiforme de las estelas vadinienses de León o el teónimo epigráfico Eburus de una ara localizada en Las Cuevas de Soria en octubre de 2009 y que se encuentra en el Museo Numantino. Francisco Marco Simón (“El teónimo Eburus y el tejo”), interpreta Eburus “como una personalidad divina en relación con el tejo, partiendo de la importancia que el bosque y, en particular, este árbol tienen en las concepciones religiosas tanto del mundo céltico en general como de la Celtiberia y sus aledaños”.

F. Marcon Simón , a partir de un ensayo previo de arqueólogos sorianos , “Nueva divinidad céltica en un ara de Las Cuevas de Soria“, destaca que la pertenencia del teónimo Eburus al mundo céltico viene avalada “tanto por etnónimos (Eburones, Eburovices) como por topónimos (Eburobriga, Eburodunum, Eburomagus, Eburacum) de la Europa céltica o de la propia Hispania (Ebura, Eburobrittium en Lusitania), amén de diversos nombres personales del tipo Eburus (Eburus, Ebura, Eburancus, Ebureinius, Eburenius, Eburianus) que ahora parecerían tener carácter teofórico.  Un posible teónimo Eburianus aparecería, además, consignado en una inscripción rupestre aludida por Morales y Ceán Bermúdez a orillas del río Duratón, aguas debajo de Sepúlveda, que no ha sido localizada en prospecciones recientes6, si bien parece más probable que fuera un nombre personal. Especial interés tiene en esta sede la consignación del antropónimo E.bu.r.s.u.n.o.s del tercer bronce de Botorrita, al igual que la mención de la agrupación familiar Eburanco en inscripciones funerarias de las cercanas San Esteban de Gormaz y Dombellas, o en el Eburen[i]q( )‹, atestiguado en Belorado (Burgos)”.

Marco Simón, teniendo en cuenta consideraciones de contexto religioso y cultural más o menos próximo,  se inclina a “seguir la interpretación mayoritaria de los lingüistas y defender una personalidad divina «arbórea» para el Eburus de Cuevas de Soria, en relación con el tejo (taxus baccata). El propio horizonte de la toponimia céltica apunta decididamente en tal sentido a través de los nombres compuestos Eburoceton («bosque de tejos» > Evrecy, Yversay) o Eburoialum («claro entre tejos» >Ebreuil). Esa relación de determinados topónimos con especie de árbol se explicaría por constituir este su «totem vegetal»”

Bien. Llegados a este punto sugerimos por nuestra parte la posibilidad de que el monte sagrado del Moncayo citado por Marcial como Burado, del que según Menéndez Pidal deriva el topónimo de Beratón en cuyo término se supone que se encontraba dicho monte, tiene su raíz etimológica en la raíz indoeuropea del fitónimo tejo (¿Eburoceton no revela ya parentesco etimológico con Burado-Beratón?). Y tejos hay todavía en Beratón, ciertamente.

Dos tejos hay ante el Museo Numantino, ¡como no podía ser de otro modo!

Respecto a su etnografía, J.A. Rueda de Oria explica: “Tanto en las poblaciones de montaña del norte peninsular como en Inglaterra e Irlanda, se plantaban tejos junto a las iglesias y ermitas así como junto a los hórreos y casas en el momento de iniciarse su construcción. Se solían recoger las plántulas de los regenerados naturales del monte, y se trasplantaban al lugar definitivo. Las ramas de tejo se han empleado como ornamentales en numerosas fiestas populares de los países de raigambre céltica. Así en el norte de España, como en Irlanda o Bretaña, las ramas se llevan a bendecir en el Domingo de Ramos como “palma” y posteriormente se colocan en las ventanas como protección contra rayos y desgracias. En la cristiana Irlanda, donde se encuentra una de las tejedas europeas de mayor extensión (Muckross, en el Parque Nacional de Killarney) se vienen haciendo con madera de tejo, cruces, sagrarios, arcas e imágenes religiosas.”

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