Iglesias de Soria
Iglesia de San Nicolás de Soria, unos apuntes
Fue una de las iglesias románicas más emblemáticas de Soria, de la que tan solo quedan unas ruinas y una adecuación de su recinto para actividades culturales por parte del Ayuntamiento. Su existencia como parroquia -foco de la collación homónima- consta en el Censo de Alfonso X en 1270.
La historia de su deterioro arquitectónico tiene unas fechas señeras. Ya en 1577 se derribó su capilla lateral septentrional dedicada a Santa Catalina. En 1858 se demolieron las bóvedas que amenazaban con derrumbarse. En 1885, el párroco de San Nicolás ya se había trasladado a la iglesia de San Clemente a donde había trasladado el ajuar litúrgico. Su portada, ante el riesgo de su desplome, fue trasladada en el año 1908 al testero de San Juan de Rabanera como entrada al templo. En 1933 se derribaron algunos de los muros en estado de precaria estabilidad y se descubrió la cripta bajo la cabecera. Su retablo mayor fue trasladado a la iglesia de San Francisco y el tríptico flamenco de mediados del XVI a la concatedral. Fue declarado Monumento histórico-artístico Provincial en 1962.”Actualmente resta del edificio parte de la cabecera, el muro meridional de la nave, restos del pórtico meridional y la parte baja de la torre, levantado todo en buena sillería arenisca”, indica la Enciclopedia del Románico de CyL.
Con las obras últimas de rehabilitación como espacio cultural y social -en el que se dan conciertos, conferencias, recitados en el Festival de las Ánimas, pregones del Carnaval.., etc-, se descubrió en parte trasera del antiguo templo, una galería que comunica con el río Duero, probablemente del siglo XII, que se utilizaba para el drenaje de las aguas fluviales.
En origen era una iglesia de planta de cruz latina, con una sola nave, con bóveda de cañón apuntado, con cabecera de un desarrollado presbiterio y ábside semicircular con cripta. El ábside se articula en cinco paños verticales marcados por esbeltos arcos de medio punto con vanos en los tres centrales. El transepto se abre con dos capillas que aportan a la iglesia la planta de cruz latina. En la derecha todavía perduran restos de pinturas murales protogóticas alusivas al asesinato de Santo Tomás de Canterbury. La torre, adherida al muro sur y de base cuadrada, esta desmochada.
En el retablo del altar mayor, actualmente en la iglesia de San Francisco, se representan pasajes de la vida de San Nicolás, destacando uno en que el santo resucita a unos niños los cuales salen de un cubo de carne humana en conserva que un arriero llevaba para la venta.
San Nicolás de Myra o San Nicolás de Bari
(Texto seleccionado y transcrito del ensayo, así titulado, de Marta Poza Yagüe)
San Nicolás debió nacer en la localidad de Pátara (o Patras de Licia, Asia Menor), en torno al 280, y murió en Myra (Anatolia), capital de la diócesis de la que fue primer obispo, el 6 de diciembre del 345, tras haber quedado probada su santidad a través de los múltiples milagros realizados y de la defensa que hizo del dogma trinitario en las sesiones del Concilio de Nicea (325), en las que, según se popularizó, abofeteó al mismo Arrio para hacerle abjurar de sus ideas heréticas.
Sobre la traslación de sus reliquias desde Anatolia al Sur de Italia, la fuente, en este caso, es un texto anónimo bizantino del siglo XIII; momento en el que, como sucedió en tantos otros casos, será la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine la encargada de difundir con gran celeridad su relato a todo el occidente europeo.
El impacto y la difusión del culto, y por ende, de la iconografía de San Nicolás, debe mucho al fenómeno de la peregrinación. Con la instalación de sus restos en Bari en 1087, la localidad se convirtió en punto obligado de visita para los peregrinos que se dirigían a Tierra Santa y que, normalmente, antes habían recalado en el cercano santuario angélico de San Miguel del Monte Gargano. En Bari, los fieles que oraban ante las reliquias no olvidaban llevarconsigo antes de partir algo de mirra perfumada con un aceite que, según la tradición, manaba de su tumba, y que recogían en unas ampollas de plomo en ocasiones decoradas con su efigie.
La popularidad de San Nicolás trascendió a su culto en la Edad Media hasta el punto que se convirtió en el referente para la figura del célebre Santa Claus navideño. Por una parte, San Nicolás roporcionaba el oncepto del regalo que se deja de noche mientras su destinatario duerme, como hizo él con las monedas que entregó a las tres doncellas; por otra, era uno de los santos más vinculados a la protección de la infancia, a partir especialmente del milagro de los tres niños descuartizados por el posadero y resucitados por él.
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