Alfonso I rey de Soria
La fundación de Soria por El Batallador margina a Garray
En abril de 2015 la Diputación de Soria presentó el libro ‘Recordando Garray’ coordinado y dirigido por Fernando Morales Hernández, dentro del cual se incluye en capítulo “Ibit est Garrahe, antiqua civitate deserta. Garray, invenciones, falsificaciones y evidencias”, de Josemi Lorenzo Arribas. Este ensayo aclara la cronología medieval de Garray, cuyo poblamiento medieval antecede al de Soria; cronología en la que nos detendremos en otra ocasión puesto que sirve para contextualizar la fundación de Soria por Alfonso I el Batallador en 1119.
Josemi Lorenzo Arribas es uno de los historiadores que tiene claro que Soria fue fundada por el Batallador. Y por si no quedara suficientemente explícito-implícito (según quien lo lea), el intercambio de emails efectuado ayer, como preparatorio de este post, lo evidencia:
-Redacción de Elige Soria: “He vuelto a leer el capítulo tuyo en el libro “Recordando Garray” y creo haber entendido que -en tu opinión- Soria la funda (no la repuebla porque ya existiera) El Batallador, y que es él quien gestiona la repoblación de Garray y su entorno con gente traída de Segovia. ¿He captado correctamente lo que indicas o yerro en algo?”
– Josemi Lorenzo: “Efectivamente no creo, por los datos disponibles, que Soria como tal, como asentamiento importante, existiese antes de El Batallador. Quizá algún poblamiento difuso, en cualquier caso sin conexión aparente con la puebla que el rey aragonés establece para proteger el paso del puente”.
Josemi Lorenzo es Doctor en Historia Medieval y, en lo que respecta a Soria, cabe reseñar que es historiador en el Proyecto Cultural Soria Románica desde la Asociación Sostenibilidad y Patrimonio Cultural. Transcribimos a continuación, con el permiso del autor, los siguientes párrafos correspondientes a las páginas 77 y 78 del citado libro.
SORIA SE IMPONE A GARRAY CON EL BATALLADOR
Josemi Lorenzo Arribas
El siglo XII principia con un acontecimiento fundamental para la historia garreña, pero no vinculado al pueblo: la creación de la ciudad de Soria (1119). El intento repoblador de Garray conocido por la falsificación que se pretendió firmada por Alfonso VI, el rey castellano-leonés, no debió dar el resultado esperado, y si entre los presuntos objetivos del monarca estaba controlar el paso del Duero/Tera, se le adelantó el rey aragonés, y Soria así se situó entre las dos colinas que flanqueaban el paso hacia Aragón. Razón tuvo el poeta al hablar de Soria como “barbacana de Castilla”.
Fundada Soria, los siglos XII y XIII habrían de esmaltar de pequeñas pueblas el entorno al norte de Garray. Efectivamente, los asentamientos promovidos por la monarquía con inusitado vigor debieron primar a unas pocas familias, seguramente vinculadas entre sí, para fundar unas aldeas dotadas de un término discreto que, con otras, se agruparían en torno a una Villa que ejercería de cabeza de Comunidad de Villa y Tierra. En este caso la ciudad de Soria llegará a aglutinar una enorme demarcación administrativa que llegará a contar con 240 aldeas de ella dependientes (Garray entre ellas) origen de la Universidad de la Tierra de Soria, que redujo el número a 150, hoy todavía mancomunadas.
Así, la mayor parte de las aldeítas al norte de Garray fueron, y son, de porte pequeño, y se situaron conectadas visualmente entre sí, bajo la tutela de la incipiente urbe soriana. Muchas de tales aldeas se repoblaron con gente traída ad hoc de pagos segovianos, que dejaron huella generosa en la toponimia: Segoviela, Cuéllar [de la Sierra], Sepúlveda [de la Sierra], Pedraza, Arévalo [de la Sierra], Torrearévalo, Aylloncillo, Fuentelsaz [de Soria], Buitrago, Pinilla de Caradueña… y todos estos pueblos, más otros de las cercanías (Fuentecantos, Dombellas, Canredondo de la Sierra, Ventosilla de San Juan, Hinojosa de la Sierra, Langosto, Renieblas, el despoblado de Tartajo, Aldealseñor, Aldealices, Portelárbol, Cubo de la Sierra, La Rubia, Velilla de la Sierra, Fuentelfresno, Tera, Espejo de Tera, San Andrés de Soria…) han dejado testimonios románicos en su iglesia parroquial, cuando no el templo entero. Necrópolis, como la de El Soto de Garray, la de la propia ermita de los Mártires, y despoblados, finalmente, ofrecen huellas de unos siglos florecientes de los que Garray se benefició. Todo, en apenas doscientos kilómetros cuadrados.
Los caminos comunicaban poblaciones cercanas, los molinos garreños, que en el siglo XIII pertenecían a la priora del convento de Santo Domingo de Caleruega, informan de maquilas y campos cultivados de cereal en el heredamiento de Garrahe, y en el Censo de parroquias de Soria de ese mismo siglo, aparece como diezmera con la colación de Nuestra Señora del Poyo la iglesia de Garaheio (el Garrejo), a la que después se hará mención.
De este modo, el nacimiento de la ciudad de Soria desbancó las posibilidades de articular el territorio que pudo haber tenido Garray, por mayor antigüedad, y a partir de entonces la vecina población copará el protagonismo. Situada tan solo a siete kilómetros al sur, Garray pasará a ser un pueblo de paso, el primero en el camino que desde la pujante Soria, que ve crecer el número de collaciones en un proceso que parece no tener límite, se dirige hacia tierras riojanas, bifurcándose, bien buscando el valle que excava el río Cidacos, bien siguiendo el cauce del Tera. “En el lugar de Garray, tierra de Soria, de la diócesis de Osma, del arçedianadgo de Soria…”. Esta será la realidad jurídica de los próximos siglos.-
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