Soria en la Historia

La Orden de Santiago fue confirmada en Soria por el legado pontificio Jacinto en 1172

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El cardenal Jacinto Bobbone, que había sido legado pontificio de Alejandro III en 1154-1155, regresa a España en febrero de 1172 y, tras solucionar en Tudela un pleito entre el cabildo tudelense y el monasterio de Veruela sobre los diezmos de Bonamaison recala en Soria donde, entre otras cuestiones de las que hablaremos en otra ocasión, recibe la maestre de la milicia de Santiago y otros freires a los que les confirma la aprobación de la Orden de Santiago y su inclusión “bajo la protección de la Sacrosanta Iglesia Romana”.

El Bulario Santiaguista así lo recoge:

“Postea vero dominus Iacinthus Cardinalis sanctae Romanae ecclesiae diaconus, apostolicae sedis legatus a sanctissimo et universali papa domino Alexandro ad Hispaniarum partes divina providentia destinatus, cum Regna Hispaniarum intrasset, et pro pace inter reges reformanda Soriam pervenisset, magistrum dictae militiae cum aliquantis fratribus ibidem recepit, et ad instantiam illustrium regum, domini scilicet magnifici regis Fernandi, et domini Alfonsi regis Aragonum, et Baronum eorum regum, et ad preces, et testimonium Petri Compostellani archiepiscopi, tunc vero Salmantini episcopi, cui dictus cardinalis magis quam alicui personae de terra illa credere videbatur, et Oxomensis, et Cauriensis episcoporum magistrum, et fratres eius sub protectione sacros. Rom. Eccles. recepit, et eorum ordinem auctoritate apostolica, qua fungebatur, confirmavit […]”.

Que traducido dice:

“Después el señor Jacinto, cardenal diácono de la Santa Iglesia Romana, legado de la Sede Apostólica del santísimo y Papa universal el señor Alejandro, enviado a las tierras de las Españas por la divina providencia, habiendo entrado en los reinos de las Españas, y habiendo llegado a Soria para recomponer la paz entre los reyes, recibió allí al maestre de la mencionada milicia [de Santiago] junto con numerosos hermanos y, a petición de los ilustres reyes, a saber, del magnífico señor rey Fernando, y del señor Alfonso, rey de los aragoneses, y de los nobles de estos reyes, y ante las peticiones y el testimonio de Pedro, arzobispo de Compostela, entonces obispo de Salamanca, al cual el dicho cardenal parecía creer más que a ninguna otra persona de aquella tierra, y de los obispos de Osma y Coria, recibió al maestre y a sus hermanos bajo la protección de la Sacrosanta Iglesia Romana, y, por la autoridad apostólica que ostentaba, confirmó su orden […]”.

 

 

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