Soria en la Historia
Los Siete Infantes de Lara como leyenda y ruta turística de la Tierra de Soria -4-
Geografía y folclore sorianos de la Leyenda de los Siete Infantes de Lara
Ramón Menéndez Pidal
Si creyésemos una tradición local, habrían hecho un buen rodeo pasando por la Sierra de los Infantes, quizá para seguir por la sierra Pica y la de Esteras á caer sobre Almenar. En lo alto de la sierra del Almuerzo ó de los Siete Infantes de Lara, se encuentra el Canto-hincado, sobre el cual dicen que se ven marcados siete platos con sus cucharas y tenedores, y en medio la huella de un pie. Allí almorzaron los Infantes con Santa María, y al fin del almuerzo, la Virgen, hincando su pie en aquella piedra, que les había servido de mesa, se remontó hacia la ermita de Naharros (3).Todo lo oí contar á varias personas , entre ellas Juan Moreno de Valdegeña y Pedro Delgado de Cortos. Créese también que se marcaban cada vez más las figuras de la piedra dando vueltas al canto, pero hoy éste se halla tumbado en el suelo.
Los Infantes bajaron hacia Omeñaca, y queriendo entrar precipitadamente en misa, los siete á la vez, se abrieron otras tantas puertas en la iglesia, que hoy todavía se ven, aunque tapiadas…
El Arabiana o Torambil es un riachuelo que desagua en el Rituerto, cerca de Almenar. Remontando su curso, y á cosa de tres leguas y media de esta villa, se penetra por una cañada (abierta entre la base del Toranzo y el monte Riajal, última estribación de la sierra del Madero) á un estrecho valle que se hace entre las pendientes del Moncayo y del Toranzo, lleno todo de praderías regadas por el arroyo. La cañada y el valle se llaman el Estrecho y los Campos de Arabiana. Sobre ellos, y recostado en el Moncayo, está el lugar de La Cueva, así llamado por una famosa que le está vecina, donde según doctas tradiciones guardaba sus rebaños el gigante Caco, temiéndose de Hércules. La ladera del Toranzo, que está enfrente de la Cueva, recibe el nombre’ de los Quintos de Arabiana.
Desde ellos parte una senda que los pastores llaman de los Siete Infantes, donde nunca crecen matas ni yerbas que la borren. La senda, pasando por cima del Estrecho, conduce á la vertiente del monte opuesta á los Campos y muere en una peña llamada también Mesa de los Infantes de Salas. En ella, como en la de la sierra del Almuerzo, dicen que están marcados los platos y cubiertos con que aquéllos comían, y que se conservan ó conservaban además las argollas donde ataban los caballos y las pesebreras donde los pensaban. Claro es que nada de esto se ve, y que la tal mesa no es más que una enorme piedra cuadrada, casi oculta entre los robles y la maleza del monte. En Noviercas, en Olvega, en Borovia, etc., hay muchos que afirman haber visto todas estas cosas, ó que las vieron sus abuelos, pero que ahora los dibujos están gastados por el moho; que un cabrero que pastoreaba en Toranzo halló una de las argollas, de bronce y bien labrada; y que junto á uno de los molinos del Arabiana se hallaron armas y cadenas.
En estas tierras corre también la historia del nacimiento de los siete Infantes, sin las notables confusiones con que se cuenta en la Sierra de Burgos. Félix Ibáñez, molinero en los Molinos de Arabiana, sabía (parte de boca de los ancianos, y parte por las historias de ciego) que la madre de los Infantes «los libró á todos siete de una vez» (pero sin achacarlo á castigo divino) que la criada llevaba á los seis en una cesta, con quien iba á lavar; que el padre los salvó, y al cabo de siete niños los presentó á su mujer, vestidos todos de igual traje; y que la madre, al reconocerlos, quedó desmayada (pero no se suicidó). Llamábanse los padres Don Fernando de Lara y Doña Francisca de Lara; el menor de los hijos había sido criado por una hermana de su padre, y con ocasión de ciertas bodas que se hacían en casa de ella, hubo cuestión entre la madre y la tía; ésta, de resultas, echó de casa al chico y aun ofreció una alhaja á su criado si le mataba; pero el Infante se libró y degolló al criado en los brazos de su señora; entonces ella «mando formar una guerra á sus sobrinos», que se defendían «haciendo energías muy grandes», hasta que, en los Quintos de Arabiana, murieron en una emboscada; yacen en la ermita de Nuestra Señora del Remedio, situada al pie del Toranzo.
En este relato hay dos elementos propios de los romances: el parto único y la muerte en Arabiana, lo cual prueba que desde muy antiguo en esta región se contó la historia de los Infantes de Lara, de modo semejante al que dejamos referido.
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