El Más Allá en Soria
El Más Allá en Soria. El escudo funerario de Santa Clara
La logia septentrional adosada a los tres tramos que conforman la iglesia gótica de Santa Clara sirvió, en parte de sacristía u quizás en parte a una capillita funeraria, y, bajo los dos arcos de poniente la ciudadanía podía acceder a la iglesia justo en el límite entre el templo en sí y el inicio del coro y clausura del recinto monástico.
Muchas personas caminan por la calle Bienvenido Calvo junto a esta logia sin apercibirse de un escudo que, camaleónicamente, pasa desapercibido a la mirada fugaz e inespecífica del caminante.
Pero el “ojo fotográfico” nos perfila este blasón funerario.
Su carácter funerario viene expresado, en su cima, por la calavera y las dos huesas. Las tres lises y las ondas de agua nos indican que el enterrado al que se honra con este blasón formaba parte de la rica familia ganadera trashumante a la que podemos llamar “Casa de los Río” que, desde Yanguas, bajaron a la ciudad de Soria hacia 1520 para asentarse e integrarse en la oligarquía pasando a ser regidores en su concejo y, desde 1571, ejerciendo hereditariamente el cargo de alférez mayor tras comprarlo Francisco López de Río, el promotor de ese gran palacio al que erróneamente se conoce con el nombre de Palacio de los Condes de Gómara.
Enlazaron con los Salcedos pero este escudo no contiene ningún elemento de ellos y, además, podemos ver que detrás de la rodela hay una espada, concretamente la perteneciente a la Orden Militar de Santiago, por lo que no cabe duda de que, el fallecido, era un varón, caballero de Santiago y de la Casa de los Río.
¿Correspondería tal vez a Pedro González de Río, en cuyo testamento de 1537, establece que fuese enterrado en esta iglesia cuya capilla mayor había mandado construir su padre y ya estaba hecha, según nos indica el investigador José Ignacio Esteban Jauregui..? ¿O tal vez es de algún otro Río..? Pudiera ser puesto que varios de los Río sorianos fueron caballeros de Santiago.
Escatología en conchas y estrellas
Veamos de nuevo el escudo y observemos los motivos escatológicos, relativos al Más Allá.
En la bordura del escudo se labraron ocho veneras o conchas de peregrino jacobeo y en los remates de las cintas cuatro estrellas. Así mismo, en la cima, la calavera con las dos huesas, que es el signo clave para clasificar de funerario este escudo que ignoramos si realmente estuvo colocado ahí desde el origen o fue recolocado posteriormente en esta pared donde lo vemos hoy día.
Los Río tienen su origen familiar en la feligresía de San Martín de Mondoñedo, en el actual municipio de Foz en la provincia de Lugo. O sea, en Galicia, tierra jacobea por excelencia a donde confluyen los “Mil Caminos de Santiago” con meta en Santiago de Compostela. Y sabemos que la venera (viera en gallego) es el “Pectum Jacobeus“, es decir, el emblema santiaguista-jacobeo por excelencia, utilizada por los peregrinos como signo identificativo y con la cual se enterraban. Y es que el incorporar conchas en la tumba es algo más que milenario puesto que, desde el Paleolítico hasta hoy día, sigue vigente tal rito.
En lo que respecta al ámbito estrictamente jacobeo existe una clarificadora leyenda recogida por Miguel de Erce Jiménez, obispo de Tuy (Pontevedra), en su libro Prueba evidente de la predicación del Apóstol Santiago el Mayor en los reinos de España (1648). Es la leyenda del Caballero de las Conchas, tradición oral fijada por escrito hacia mediados del siglo XII, y en un códice de San Juan de los Reyes donde se incluyó, conoció Erce Jiménez tal leyenda en la que un caballero y su caballo aparecen cubiertos de vieras cuando llega a las costas portuguesas de Bouças la barca con los restos mortuorios del apóstol Santiago, antes de recalar en tierras gallegas. Los discípulos de Santiago Apóstol que iban en la barca le convierten al cristianismo instantáneamente. El caballero les pregunta por qué su caballo y él se cubrieron milagrosamente de conchas y entonces una voz sobrenatural se escucha en el aire y da la respuesta: “Nuestro Señor Jesucristo quiso mostrar por ti, a los que ahora son y a los que han de venir, y que quisieren amar y buscar a este su vasallo donde fuere enterrado, que lleven conchas como esas de que estás conchado por señal y el señlo de privilegio que son los suyos y lo serán en adelante, y que después, en el día del Gran Juicio serán de Dios conocidos por suyos y Dios, por la honra que hicieron a este su vasallo y amigo en buscarle, los recibirá consigo en su Santa Gloria”.
Imitando este mandato, el de ser enterrado con vieras jacobeas, los peregrinos y otros muchos cristianos, como los caballeros de la Orden de Santiago, confiaban igualmente que esta promesa hecha al Caballero de las Conchas y su linaje, se ampliara igualmente a todos ellos, esto es, que tener una o más conchas en su ajuar mortuorio serviría como signo de reconocimiento para que tras el Juicio Final fuesen acogidos en el Cielo y no arrastrados a los Infiernos.
En cuanto a las estrellas hay que recordar que el Camino de Santiago es el Camino de las Estrellas y que durante muchos siglos la propia Vía Láctea fue denominada Camino de Santiago.
Por tanto, qué menos para un caballero de la Orden de Santiago que resaltar ambos elementos simbólicos en el escudo labrado junto a su tumba que, en este caso, quizás fuese en una capilla funeraria.
Cierto es que las conchas aparecen en las bandas de los escudos de los Río Salcedo en otros enclaves sorianos -como el del portal del Palacio de los Condes de Gómara, en el de la torre de Aldealseñor o en el retablo mayor de Almenar-, intercalándose con escalas (la escalera también tiene un significado escatológico si la vinculamos, por ejemplo, al Sueño de Jacob en Betel), pero ello no quita que, especialmente en este escudo de Santa Clara, su carácter salvífico escatológico sea el primordial, a nuestro entender.
Autor del artículo: Ángel Almazán
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