Soria en la Historia
Sobre el siglo XVI en Soria, la nueva oligarquía ganadera, colegiata e iglesia de La Mayor
Hasta finales de año se puede visitar a partir del 29 de abril la exposición conjunta de la Biblioteca Pública de Soria y el Archivo Histórico Provincial para conmemorar el V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús. La exposición de la Biblioteca tiene como objetivo recuperar la faceta de escritora de Teresa de Jesús. Al mismo tiempo, a la entrada de la Biblioteca, hay cuatro paneles informativos sobre Soria en el siglo XVI escritos por José María Alcalde Jiménez, que están recogidos, al igual que los textos de los demás paneles “teresianos”, en el Catálogo publicado (y que sólo cuesta un euro, por lo que animamos a adquirirlo). Esta sección complementaria sirve para conocer la evolución urbana de Soria, su sociedad local y el poder de la oligarquía soriana, además de aportarnos claves para saber más sobre el Concejo y sobre la Universidad de la Tierra de Soria, según se indica en la web de la Biblioteca.
Santa Teresa de Jesús llega a Soria el 2 de junio de 1581, funda un convento de carmelitas descalzas y se marcha de la ciudad el 16 de agosto; efeméride de la que nos hemos ocupado ya en varios artículos y vídeos teresianos del blog Elige Soria.
Una de las razones por las que Teresa de Cepeda y Ahumada vino a Soria fue la de estar con su antiguo confesor, Antonio Velázquez, que a la sazón era obispo de Osma y que le había enviado una carta indicándole que doña Beatriz de Beamont había ofrecido “una casa buena, fuerte, y en harto buen puesto” para que fundase un convento carmelita. Alonso Velázquez fue obispo de Osma desde 1578 a 1582.
Nota: las fotografías en blanco y negro, antiguas, son del Archivo Histórico Provincial de Soria
El cabildo de San Pedro en San Gil-Santa María la Mayor
Pues bien, durante la estancia en la ciudad de Soria en 1580 la oligarquía soriana y el cabildo de San Pedro le solicitaron una vieja demanda, la de tener vicario general, “pero enterado de cuando había informado su antecesor [el obispo Francisco Tello Sandoval] al Rey F. Felipe II, en 1577, y por otras razones justas, les negó la pretensión” , escribe Loperráez.
El cronista de la diócesis nos dice asimismo que, en abril de 1582, “compadecido de las incomodidades que sufrían los individuos de la Iglesia Colegial por lo distante que estaba de lo principal de la ciudad, y la poca utilidad espiritual que se seguía por lo mismo, trasladó por su propia autoridad la residencia de la Colegial a la Iglesia de S. Gil, donde habían asistido antes”, lo que confirmó el papa Gregorio XIII el 3 de octubre. Acaeció, no obstante, que se quejaron de este traslado “los que tenían sepulturas dotadas, patronatos de capillas , y otras prerrogativas” en la iglesia de San Pedro, por lo que el obispo retiró su autorización , “de lo que resultó -prosigue Loperráez- el volverse a bajar a dicha Iglesia de S. Pedro pasado algún tiempo”, pese a que el cabildo colegial lograra una segunda bula el 1585 para permanecer en la iglesia de San Gil. Ahora bien, Víctor Híges, afirma que tal traslado del cabildo de San Pedro a San Gil fue el 16 de octubre de 1580 y no en 1582, no regresando a San Pedro hasta la última quincena de 1594 para así poder desalojar a los mercedarios que se habían instalado ante el “vacío colegial”.
¿Cuándo se había trasladado por vez primera el cabildo de San Pedro a San Gil? Hay discrepancias en las fechas. Víctor Híges, afirma que San Gil detentó la dignidad de Iglesia Colegial de 1523 a 1527. Y Nicolás Rabal, por su parte, indica que el traslado fue en 1526. Por otro lado Loperráez transcribe una carta del 5 de agosto de 1525 enviada por emperador Carlos V carta a la ciudad de Soria accediendo a su petición de que se trasladara su Iglesia Colegial al centro urbano (suponemos que a San Gil, ampliándola). Ahora bien, como la ciudad y su clerecía quedaban obligados a abonar mil ducados anuales hasta que se concluyesen las obra y no se comprometieron a ello, el traslado de la colegial al centro de la ciudad no se plasmó arquitectónicamente.
Además Loperráez dice que, en 1531,“se hundió parte de la Iglesia Colegial de S. Pedro de Soria, con cuyo motivo fue forzosa su traslación a la Parroquia de S. Gil.., y porque ésta era reducida, se pensó en engrandecer y ensanchar su Iglesia, y abandonar la de S. Pedro”, pero volvió a echarse atrás Soria y su Tierra al tener que abonar 3.000 ducados anuales, por lo que el obispo, García de Loaysa, “resolvió empezar a reparar y reedificar la Iglesia antigua de S. Pedro”.
Discrepando de Loperráez, Víctor Híges, fija para el año 1544 el derrumbe de la torre y cimborrio. Asimismo Híges señala que, muerto el deán Hernán Yañez de Morales, “volvió la Ciudad a su pretensión de edificar nueva Colegiata en La Mayor, como sitio más céntrico, y en diciembre de 1538, dos de sus miembros fueron comisionados para entrevistarse con el Cabildo, a fin de resolver esta vieja cuestión”, pero ante las exigencias económicas del Cabildo (mil ducados anuales hasta la conclusión de la obra) “de nuevo la cosa quedó muerta, hasta que en marzo de 1544 cayó la torre de la Colegiata, volviéndose a suscitar la cuestión, pero ahora la Ciudad se muestra remisa a ofrecer su apoyo, y el Cabildo decide reedificar la nueva iglesia en su antiguo emplazamiento”.
José María Alcalde Jiménez nos aporta el contexto socio-político del momento: “En las décadas centrales de la centuria la ciudad vivió un momento de esplendor -socialmente selectivo- basado en el auge de la ganadería trashumante y la exportación de la lana (mucho menos en la producción textil)… La ciudad de Soria contaba en 1561 con 1.388 vecinos (aproximadamente 5.600 habitantes.., que no se volvieron a alcanzar en Soria hasta mediados del siglo XIX… Por entonces culminó el proceso de desplazamiento del centro urbano desde San Pedro a la Plaza del Collado (actual Plaza Mayor). Allí fijaron su sede las instituciones locales -Concejo, Diputación de los Doce Linajes, el Común de pecheros y la Universidad de la Tierra y el Cabildo de la colegiata-, que hacia 1530 se estableció en la iglesia de San Gil (desde entonces Santa María la Mayor)”.
Víctor Híges señala que en el cementerio de La Mayor tenían lugar las juntas del Concejo “desde que se trasladó de la de San Pedro tras el incendio del barrio bajero del Puente” (desde San Pedro al puente, en el que había tres collaciones) a finales del s. XIV; incendio que motivó igualmente a que el mercado, y demás negocios públicos, se trasladasen a la Plaza Mayor, entonces Plaza del Collado). “Por esta razón -añade Híges-, a construirse nuevo Ayuntamiento en 1525, los corregidores de esta Ciudad, se les consideró como los primeros parroquianos de ella. Y a su coro bajaban hasta el siglo XIX los componentes del Ayuntamiento para el nombramiento de determinados oficios concejiles como el de fieles de la Hermandad elegidos por los estamentos de la Ciudad. Desde su coro alto, y corredor, veía el cabildo eclesiástico los festejos públicos que tenían lugar en la Plaza Mayor”.
El 10 de octubre de 1544 el Ayuntamiento delegaba en Antón de Río “el Mozo” -señor de Almenar y regidor de Soria- , para que representase a Soria y su Tierra ante el Rey y su Consejo, Corte y Chancillería para que “apremiasen al deán y cabildo de San Pedro con el fin de que pasasen a residir en la iglesia de Nuestra Señora la Mayor”, mas siete días después el cabildo optó por llevar a cabo los oficios religiosos en la parroquia de Nuestra Señora de Cinco Villas, iglesia que casi medio siglo después fue cedida por el obispo al convento de monjas fundado por Santa Teresa. ¿Cuánto tiempo oficiaron en esta parroquia? Se ignora. ¿Por qué en esta parroquia y no en otra? Pues porque en dicha iglesia tenían lugar las juntas y reuniones del linaje de los Morales al que pertenecía el deán, firme opositor a trasladar el cabildo a San Gil-La Mayor. Y el citado Antón de Río contribuiría con doscientos ducados en enero de 1557 para que pudieran proseguir las obras de la nueva colegiata gótica, fábrica siempre escasa de fondos según los documentos expurgados por Híges y el Marqués de Saltillo.
Siendo ya obispo de Osma el portugués Pedro Álvarez de Acosta, la oligarquía de Soria volvió a solicitar el traslado de la Colegiata a Santa María la Mayor pero tal mudanza fue rechazada por la mayor parte del cabildo y algunos particulares . De 1448 se conserva el primer documento conocido de la construcción de la nueva colegiata gótica que se concluyó -a excepción de la torre y dotación de capillas- en 1577.
Dos apuntes más sobre los Río y la Colegiata de San Pedro
El primero de ellos es señalar que en la capilla de los Sotomayores, que terminó de construirse en 1591, se encuentra desde el siglo XIX un retablo plateresco trasladado del convento de las madres clarisas y que ostenta, en su parte superior, los escudos cuartelados con las ondas, lises y estrellas de los Ríos y Salcedos ya que fue Antón del Río “el Viejo” y su esposa Catalina de Salcedo, patronos de dicho convento, los promotores mediante testamento del 31 de enero de 1532, para lo cual dejaron 500 ducados de oro que entregó uno de sus hijos, Salcedo de Río, en 1550, según Víctor Híges, para que se construyese.
Y segundo apunte. La capilla mayor de la Colegiata gótica se la “apropiaron” -por así decirlo- los tres deán, apellidados Diañez-Yañez Morales, que tuvo el Cabildo en el siglo XVI de manera consecutiva y que fueron firmes opositores a que la Colegial se trasladase a La Mayor.
El último de estos tres deán fue, precisamente, Jerónimo Yáñez de Morales, cura de Almajano, que vendió en 1571 a Beatriz de Beamont la casa de la plaza de la Fuente de Cabrejas, que había sido de los dos deán predecesores y que la viuda del rico ganadero Juan de Vinuesa cedió a Santa Teresa de Jesús como sede del convento de carmelitas descalzas que fundó en junio de 1581.
Pues bien, fallecido Jerónimo Yáñez de Morales, “parece ser que heredó sus bienes y el patronato de esta capilla, D. Antonio López de Río”, alférez mayor de Soria. Por Victor Híges sabemos que el Cabildo de San Pedro había estado en La Mayor desde 1581 hasta la última quincena de 1594 en que retorno a San Pedro. Y resulta que poco después, el 8 de enero de 1595, Antonio López de Río se querelló porque se habían quitado y roto los escudos de armas “que yo tenía en la Iglesia Mayor de San Pedro”, así como un estrado de madera en el que se colocaba Juana de Río y Bravo. Suceso que había acaecido el 3 de enero, a media noche: “a media noche, con picos y martillos, picaron y borraron las armas que estaban esculpidas en los dichos seis escudos; quebraron e hicieron pedazos el dicho estrado y le dejaron fuera de la dicha capilla..”.
Campana del escudo y emblema de Soria Pura Cabeza de Estremadura
La torre de la nueva colegiata fue construida por Juan del Campo entre 1602 y 1604, cuya campana más antigua, bastante pequeña por cierto, se supone fundida entre 1310 y 1335, según José Ignacio Palacios Sanz. Por antigüedad le siguen tres campanas del siglo XVII, pero ninguna queda del siglo XVI. ¿Dónde fueron a parar el resto de campanas que había en la torre de la colegial cuando ésta se desplomó en 1531 (según Loperráez) o 1543 (según Víctor Híges)? ¿No cabe suponer que quizás algunas de ellas fuesen trasladadas a San Gil, como lo hizo su cabildo..?
En la torre de La Mayor se encontraba el reloj municipal, cuando menos desde 1509; reloj que fue trasladado en 1862, junto a su campana mayor, al edificio del primitivo Consistorio, después Audiencia ( al que cantara Machado, por cierto, en uno de sus versos de Campos de Castilla). Tal campana tiene una inscripción que nos indica que fue fundida en 1536; los campanillos son de 1820 e inicios del s. XIX. Pues bien, en esta campana del reloj del Palacio de la Audiencia se encuentra uno de los escudos más antiguos que se conservan de la ciudad, pero sin lema alguno, en el que encima de la torre central se sitúa la cabeza coronada de un rey.
Asimismo subsiste otra campana gótica más o menos contemporánea de la del reloj. “La iglesia de la Mayor ocupa el espacio de lo que fue la iglesia de San Gil De aquel momento pudiera ser la campana del vano este, la más antigua del conjunto, con tipos de letra gótica minúscula”, supone J. I. Palacios Sanz en un ensayo publicado en Revista de Soria (otoño de 2003). Además, en esta campana las armas de la ciudad son algo distintas pues el rey aparece montado a caballo y, por otra parte, tiene inscrito en torno suyo el lema “Soria Pura, Cabeza de Estremadura“. Palacios Sanz deduce que debió fundirse entre 1510 y 1536, según la ficha de la campana en el Cd-Room del libro Campanas en la provincia de Soria (JCyL, 2007).
Pues bien, tal escudo es el más antiguo que se conoce de la ciudad, como igualmente su lema es el de mayor antigüedad conocido, según el archivero municipal, J.A. Martín de Marco, y tal como hemos referenciado en otro artículo de Elige Soria (Comentarios sobre Soria Pura Cabeza de Estremadura a finales del s. XVI).
Los grandes ganaderos mesteños entran en la oligarquía soriana
Volvamos a la exposición de la Biblioteca Pública en torno a Santa Teresa y la Soria del siglo XVI y leeremos que algunos grandes ganaderos de la trashumancia, asentados en la ciudad de Soria, ocuparon cargos políticos de gran relieve, como es el el caso del esposo de Beatriz de Beamont, donante del edificio en el que la santa ubicó el convento carmelita que fundara en junio de 1581. Beatriz se había casado en 1542 con don Juan de Vinuesa, nacido en Gallinero, que tenía 20.000 cabezas a mediados del s. XVI y que comenzó su ascenso sociopolítico cuando compró, en 1543, una de las regidurías acrecentadas de Soria que Felipe II puso a la venta entonces (se pasó de seis a diez regimientos y poco después a doce), como igualmente lo hizo Antón de Río y su tío Juan. Las casonas y palacios renacentistas que construyeron estos y otros ganaderos ricos en las calles Aduana Vieja y Caballero reflejaron su riqueza, y algunas aún subsisten.
Máximo Diago afirma que “esta entrada masiva de individuos con un perfil socioeconómico distinto al de los miembros de la oligarquía tradicional alteró profundamente la composición del grupo oligárquico soriano, por cuanto los nuevos regidores pronto consiguieron ejercer una influencia dominante en el seno del mismo, desplazando a los regidores pertenecientes a los linajes de más rancio abolengo que a diferencia de los prósperos señores de ganados recién llegados, no disfrutaban de una posición económica tan boyante.”
“Los ganaderos ‘recién llegados’ al regimiento en el siglo XVI -Juan de Vinuesa, Juan de Río, Antón de Río, Juan de Camargo- ocuparon el centro del poder y desplazaron a los miembros de la vieja oligarquía de los linajes; pero sólo en parte, en primer lugar porque la oligarquía siguió teniendo un perfil claramente nobiliario hasta el final del Antiguo Régimen y, en segundo lugar, porque los nuevos regidores acabaron ingresando en los viejos linajes, institución que encuadraba al grupo dominante”, concluye José María Alcalde Jiménez.
Así, por ejemplo, el yangüés Juan de Río tras enviudar se casó con Leonor de Mendoza, vecina de Soria, por lo que pasó a empadronarse él también en la ciudad (Leonor de Mendoza era hija del regidor Juan de Barrionuevo, de los Doce Linajes y era un ‘pequeño’ ganadero). El regimiento que adquirió en 1543 se lo transfirió diez años después a su primogénito, Alonso de Río. A su vez, el hermano mayor de Juan de Río, Antón del Río “el Viejo y el Rico”, se casó en segundas nupcias con Catalina de Salcedo, familia ganadera avecindada en Soria, y el primogénito de ambos, Antón del Río “el Joven-el Mozo” se casó con Ana Bravo de Sarabia, “doncella de uno de los más prestigiosos linajes de la oligarquía soriana” y gracias al dinero que el novio aportó en la boda “se consiguió recuperar el señorío de Almenar para el nuevo matrimonio después de que el padre de la novia había tenido que enajenarlo, forzado por apremios financieros”, aclara Diago Hernando. A su vez, Leonor del Río, hija de Antón de Río “el Viejo” y Catalina de Salcedo (hermana de Antón de Río “el Mozo”, señor de Almenar; de Francisco López de Río, alférez mayor de Soria, y de Catalina de Río, condesa de Oñate), se casó con Bernardino Ramírez de Arellano, que fue hijo segundo del I conde de Aguilar y señor de los Cameros, matrimonio que explica la facilidad con la que algunos Río pasaron de ser vasallos del señor de los Cameros a poder independizarse plenamente y avecindarse en Soria (Bernardino fue señor de Soto, Luezas y Ribabellosa, y figura en la corte del emperador Carlos V).
Antón de Río “el Joven” traspasó la regiduría a su hermano -y también yerno endogámico al mismo tiempo, desde finales de 1558- Francisco López de Río, constructor del mal llamado Palacio de los Condes de Gómara, quien compró a su vez el oficio de alférez mayor de Soria en 1571, asegurandose de este modo para sí mismo y para todos sus sucesores Río “el primer puesto en las reuniones del regimiento soriano”. Y los Río serían posteriormente condes de la que había sido villa episcopal de Gómara.
Asimismo hubo grandes ganaderos que no quisieron -o no pudieron- adentrarse en los oficios concejiles, como Gabriel de Cuenca que , en 1516, tenía unas 20.000 cabezas y las llevaba a pastar a las dehesas de la mesa maestral de la Orden de Alcántara en La Serena (Badajoz) donde los Río (grandes ganaderos de Yanguas) controlaban el arrendamiento (primero lo hizo Pedro González de Río, y después Antón del Río “el Viejo” que, en la década de 1520 fue “reçebtor de los herbajes de tales dehesas”, según Máximo Diago (Soria en la Baja Edad Media, p. 166), que se avecindó en Soria hacia 1520 y que poseía cuatro años después unas 18.000 ovejas sin contar corderos). La Junta de Posesionarios de La Serena, “creada en Soria y su Tierra en torno a los posesionarios sorianos de este invernadero, tenía unos estatutos bien definidos. Se reunía de forma regular el día once de junio de cada año en la iglesia de San Juan Bautista de Carrascosa de la Sierra. Las Juntas de carácter extraordinario se llevaban a cabo en la iglesia de San Juan de Rabanera de la ciudad de Soria”, nos indica Enrique Díez Sanz.
La entrada de los grandes ganaderos en la oligarquía fue muy importante. Para Alcalde Jiménez, que sigue en este ámbito las investigaciones de Diago Hernando, “la renovación del grupo oligárquico constituye el cambio de mayor alcance en el medio sociopolítico soriano durante el siglo XVI”, especialmente tras la adquisición, en 1543, de varias regidurías, lo que supuso “un giro radical en la vida política soriana” dado que el Ayuntamiento se orientó “a partir de entonces a la defensa de la ganadería trashumante como actividad económica preferencial y de las empresas ganaderas”. Los Río fueron, al respecto, la familia ganadera más paradigmática, pues a finales de esa centuria, uno de ellos, Francisco López de Río, pasó a ser el alférez mayor, cargo hereditario que compró en 1571 y, con ello, el derecho a portar el pendón de la ciudad en todos los actos públicos (lo que no gustó nada a los Doce Linajes). Es más, Antón López de Río, que era alférez mayor, llegó incluso a ser corregidor (primera autoridad de la ciudad) tras fallecer Soria de Herrera en 1599, que ostentaba esta máxima magistratura.
Enrique Díez Sanz, por su parte, manifiesta: “Poder y riqueza se conjugaron en cuatro o cinco familias de ganaderos en la primera mitad del siglo XVI: los Vinuesa, los de Río, los Camargo, los López de Medrano y los González de Río, que se aprovecharon del acrecentamiento de seis regidurías en el año 1543, para comprar el oficio y establecerse de forma permanente en el Ayuntamiento… Estos y otros ganaderos como los López de Salcedo, los Neyla o los De las Heras, junto a sus herederos y descendientes, emparentados entre sí, alcanzaron el escalón más alto de la sociedad soriana del siglo XVI, utilizando como instrumento económico su dedicación a la ganadería trashumante”.
Así mismo nos aclara que “entre los miembros del cabildo de San Pedro abundaban los apellidos de la oligarquía soriana del siglo XVI”, tanto pertenecientes a los Doce Linajes como a las familias de los ricos ganaderos –incluidos los Río, obviamente- “en cuanto a dignidades y canongías”, lo que no les impedía participar en las asambleas de sus respectivos linajes ni ocupar cargos de responsabilidad dentro de las instituciones estamentales. “Todos estos personajes participaron en las luchas políticas locales formando parte de grupos y banderías enfrentados… En todas estas circunstancias , indefectiblemente, aparecían dos actitudes, dos opciones, dos versiones de los hechos, dos estrategias: la del bloque de la nueva oligarquía ganadera y sus regidores de nuevo cuño, encabezada por los de Río, y la de los Santa Cruz, personajes estos últimos con más tradición y arraigo en la Ciudad, aunque con menor poder, influencia y dinero en aquellos momentos. La tensión y los enfrentamientos en el seno del cabildo de San Pedro finalizarían con los fallecimientos del prior Pedro González de Río y del canónigo Juan de Santa Cruz, los líderes de ambas posturas enfrentadas”.
La familia de los Río, asentada en Soria al parecer en 1519, ya había demostrado su poderío al fijar con el Cabildo las condiciones ventajosas para ellos de su empadronamiento como parroquianos privilegiados. Poco después, el 1 de enero de 1525, Antón de Río, compró 318.750 maravedíes de renta del juro establecido por el rey sobre las alcabalas de la ciudad de Soria y su término de Tierra de Soria. “Con esta compra -nos dice Enrique Díez Sanz- el ganadero soriano y sus sucesores recibirían cada año de sus conciudadanos buena parte del dinero que estos últimos pagaban al rey en concepto de impuesto indirecto sobre las transacciones de vino, carne, lanas y tierras en la ciudad de Soria, en Vinuesa y en buena parte de las aldeas de los cinco sexmos de la Tierra de Soria” .
Connivencia entre los Río y el Cabildo de San Pedro
Máximo Diago, en su ensayo “Una explotación trashumante en la Castilla moderna: la cabaña de los Río de Soria”, revela la estratagema usada por los Río para ahorrar costes en el pago de diezmos en la ciudad de Soria. La mitad del diezmo -que se abonaba por las lanas y los corderos- se pagaba a la Iglesia allá donde invernaban las ovejas y la otra mitad donde eran parroquianos los dueños. Pues bien, consta documentalmente que “los miembros de esta familia, al trasladar su residencia desde Yanguas a Soria, llegaron a un acuerdo con el cabildo de la colegiata de San Pedro de esta ciudad en virtud del cual accedieron a ser sus parroquianos a cambio de quedar obligados a entregar por el diezmo de las lanas sólo cuatro de cada mil, en lugar de las cincuenta por cada mil que abonaban el resto de los ganaderos trashumantes en el obispado de Osma”.
Este acuerdo, concreta Diago Hernando, “fue formalizado en Soria el 13 de mayo de 1519, entre el cabildo y Antón de Río ‘el Viejo’, por sí y en nombre de su hermano Juan de Río y de su cuñada Ana de Vinuesa, viuda de su hermano Pedro de Río, vecinos todavía de Yanguas, pero con intención de pasar a residir en la ciudad del Duero”. Y para asegurarse del todo lograron que, en octubre de 1519, el papa León X, expidiese una bula confirmatoria de tal acuerdo. “La generosa concesión fue justificada con el argumento de que en el obispado de Calahorra, al que pertenecía la villa de Yanguas, no se pagaba diezmo de lanas, sino sólo de corderos… Pero otros ganaderos procedentes del obispado de Calahorra que se instalaron en Soria no recibieron un trato tan favorable, por lo que cabe presumir que el cabildo de San Pedro, que no tenía parroquianos propios, actuó movido por el afán de amarrar a unos grandes contribuyentes, que, si no muchas lanas, al menos le aportarían un buen número de corderos todos los años”. Otra forma de evadir impuestos en la ciudad, en este caso de las alcabalas, era la utilización por los Río de su señorío de Almenar como “paraíso fiscal” alegando que era vecino de dicha villa.
Y llegados a este punto planteo algunas preguntas:
- ¿No es demasiada coincidencia que contemporáneamente, más o menos, a asentarse los Río en Soria ciudad, así como otros ganaderos de las sierras, se colocase en la torre de San Ginés-La Mayor la campana con el escudo más antiguo que se conoce de Soria que ostenta, además, el lema de “Soria Pura, Cabeza de Estremadura”, que igualmente es el más antiguo que conocemos? (aclararemos esta coincidencia en un próximo artículo en Elige Soria en el que desarrollaremos nuestra propuesta de explicación a por qué a Soria se la calificó como “Cabeza de Estremadura”).
- ¿No es demasiada coincidencia que, tras hacerse los Río parroquianos de primera categoría en la colegiata de San Pedro, en 1519, poco después surjan los intentos de pasar el cabildo y la colegialidad a San Ginés?
- ¿No es demasiada coincidencia que el derrumbe de la colegiata románica de San Pedro, por causas todavía no muy claras, sucede en el período de afianzamiento político de los Río en la ciudad de Soria teniendo en contra al deán de la Colegiata y parte del Cabildo que no querían salir de San Pedro..?
- ¿No es demasiada coincidencia que, con la llegada de los Río y su estatus preeminente en la Colegiata de San Pedro, se llegue incluso a pedir al rey que se cree una diócesis de Soria y, ante el rechazo, sea al menos concatedral o, cuando menos, tenga un elevado grado de independencia a través de una vicaría general..?
Los intentos de la oligarquía soriana en tener catedral o, en su defecto, concatedral
El historiador Fernando del Ser Pérez ha resumido los intentos de la oligarquía de Soria en independizarse del obispo de Osma, o en su defecto, lograr la concatedralidad para Soria desde 1152 hasta 1779, ampliando así lo expuesto en la obra colectiva “Historia de Soria” por María Isabel del Campo y José Vicente Frías Balsa. Todos parten, fundamentalmente, de lo dado a conocer al respecto por Loperráez en el tomo I y III de su crónica diocesana, a la cual hemos acudido como fuente primordial.
Al término de su ensayo, Fernando del Ser concluye: “Como se ha podido ver, se recurrió a todos los métodos habidos y por haber, incluida la petición en Cortes, para movilizar y conseguir ser Obispado independiente de Osma o subsidiariamente que la iglesia Colegial de San Pedro de Soria pasara a ser Iglesia Concatedral. Siempre con la oposición del Cabildo de Burgo de Osma, que igualmente movilizó todos sus pertrechos para evitar la consecución de ese objetivo. Había de por medio intereses muy fuertes de tipo económico (pérdida de rentas), político (posiblemente pérdida de jurisdicciones), administrativo (se barajaba el traslado a Soria de los Tribunales Eclesiásticos) e inclusive sociales (pérdida de población a favor de Soria); todo lo cual motivó la continua negación de los Obispos y del Cabildo de Osma a las peticiones de Soria sobre este asunto de sede independiente o de concatedralidad. También con el paso del tiempo, y como ya ha quedado indicado, las pretensiones bajan de nivel y a lo último sólamente se habla ya del nombramiento de un Vicario General en Soria. Tampoco se conseguirá”.
Baste como ejemplo la solicitud que realizaron ante las Cortes de Castilla de 1552 para que Soria fuera obispado, alegando.: “no parece cosa justa que la ciudad de Soria, siendo de vuestra corona real venga a jurisdicción al Burgo lugar del obispado. Supplicamos a Vuestra Magestad que quando la primera vez el dicho obispado vacare se hagan dos y el uno se intitule de Osma y el otro de Soria: y el de Osma tenga lo que agora tiene, y el de Soria tenga a Soria y su Tierra y los lugares que están de Soria hazia Aragón…”
Cabe destacar en esta secular pretensión de quienes ostentaban el poder civil, y/o económico, la persistente argumentación de que la ciudad de Soria era “Cabeza de Provincia con voto en Cortes” y que era indigno e impropio “que esté sujeta en lo espiritual a la Iglesia del Burgo de Osma, Lugar de Señorío, y de tan pocos vecinos”.
Habría que esperar hasta el 9 de marzo de 1959, al reestructurarse las diócesis en España, cuando la colegiata de San Pedro pasó a ser concatedral con la bula papal “Quandoquidem animorum” . Y, si no nos equivocamos, ha sido con el obispo actual cuando el titular de la diócesis de Osma-Soria ha pasado a residir del todo y establecer la administración diocesana en la ciudad de Soria.
Bibliografía más utilizada
Alcalde Jiménez, José María: “Soria en el s. XVI”, Teresa de Jesús 1515-1582. Soria en el siglo XVI, JCyL, 2015, págs. 18-38.
Díez Sanz, Enrique: Soria. Un universo urgano en la España de los Austrias, Caja Duero, Salamanca, 2009.
Diago Hernando, Máximo:
- Caballeros y ganaderos: evolución del perfil socioeconómico de la oligarquía soriana en los siglos XV y XVI, Hispania: Revista española de historia, Vol. 53, Nº 184, 1993, pags. 451-495
- Estructuras de poder en Soria a fines de la Edad Media, JCyL, 1993.
- “Los caballeros ganaderos de Soria y su Tierra durante los siglos XVI y XVII..:”, Celtiberia, nº 27, 2003, pp. 127-172.
- “Una explotación trashumante en la Castilla moderna: la cabaña de los Río de Soria”, Historia agraria: Revista de agricultura e historia rural, Nº 48, 2009, págs. 13-44
Híges, Víctor: “La Colegiata Soria…”, Celtiberia, números 22 (1961), 25 (1963), y 37 (1969).
Loperráez Corvalán, Juan: Descripción Histórica del Obispado de Osma, tomos I y III, ed. facsímil de Turner, 1978 (original de 1788).
Ser Pérez, Fernando del: “La petición 56 de las Cortes de Castilla de 1551: Que soria sea obispado”, I Semana de estudios históricos de la Diócesis de Osma-Soria: 15-17 de septiembre de 1997, Vol. 1, 2000, págs. 79-94.
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