Ecosistema soriano
La topografía del término de la capital soriana según Pedro Palacios en 1890
En 1890 se publicó en Madrid el libro del ingeniero de minas Pedro Palacios “Memoria de la Comisión del Mapa Geológico de España : descripción física, geológica y agrológica de la provincia de Soria“, del que transcribimos la página 40 ilustrada con fotografías actuales.
El término de la capital comprende un suelo muy desigual y escabroso, surcado a gran profundidad por el curso del Duero, y limitado por el sur y por el oeste por las desnudas alturas que forman por esa parte las últimas derivaciones de los relieves montañosos del noroeste de la provincia. La ciudad se halla situada a 1054 metros de altitud, en un collado estrecho comprendido entre los cerros del Mirón y del Castillo, que dominan la margen derecha del río.
Frente a este collado inícianse, sobre las escarpas de la orilla opuesta, las pronunciadas lomas del monte de Las Animas, y a su terminación, ocho kilómetros más al nordeste, álzase la aguda cresta del cerro Tiñoso, que por su forma trapecial simula, visto desde las cercanías de Soria, una tienda de campaña de grandes dimensiones; contribuyendo a que ese parecido resulta más completo el color blanquecino de sus laderas, que destacan sobre el fondo oscuro de los montes lejanos.
Como a un kilómetros al sudeste de la ciudad, y separada del monte de Las Ánimas por la garganta de San Polo, se eleva, también sobre la izquierda del Duero, la sierra de Peñalba o de Santa Ana, formada por una gran masa de caliza cretácea, la cual se prolonga hacia el SO, hasta más abajo de Los Rábanos, recortada en su base por el ondulado cauce del Duero. Su cumbre, a la que dan acceso en todas direcciones agrias y penosas cuestas, tienen una altura de más de 200 metros, y desde ella se domina toda la planicie del campo de Gómara, en la cual se desvanecen a poca distancia los derrames de su vertiente oriental.
Por último, más hacia el sur, a la distancia de cinco kilómetros, levanta su anchurosa cima la sierra de San Marcos entre las márgenes del Golmayo y el pueblo de Camparañón, enlazando sus derivaciones por el sudoeste con las de la cordillera de Hinodejo. Quebrada y riscosas, como todas las que originan las calizas cretáceas, aumentan sus asperezas los barrancos que por todos lados la cercan y la altísima escarpa que la corta en su vertiente occidental, haciéndola inaccesible por este rumbo.
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