Alfonso I rey de Soria

San Pedro de Soria y el Batallador (2)

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Señalábamos en la primera parte de este ensayo que los historiadores de arte coinciden en fechar la iglesia primitiva de San Pedro de Soria durante el reinado de Alfonso I el Batallador, el cual funda Soria en 1119. ¿Por qué tal advocación? ¿Tiene alguna especial relevancia en la vida del Batallador el culto al apóstol San Pedro..?  Para responder a ambas preguntas hemos redactado esta segunda parte.

 

Paisaje del Valle de Echo desde Siresa que contemplaría muchas veces El Batallador

San Pedro de Siresa

Cuatro monasterios oscenses fueron objeto de especial protección por parte del Batallador: San Pedro de Siresa, San Juan de la Peña, San Pedro de Loarre y Montearagón.  Y de ellos sobresalió posiblemente San Pedro de Siresa porque allí se educó siendo niño y bajo la tutela de su tía, la condesa doña Sancha, y porque el jacetano Valle de Echo, donde se encuentra Sirena, fue su pequeña matria-patria, esto es, donde nació en opinión de muchos historiadores, y por eso seguramente  su guardia personal estaba formado por varones monteros oriundos de este valle (1).

Su capellán real era el abad de San Pedro de Sirena y en su testamento lo tuvo bien presente: “Dono también a San Juan de la Peña y a San Pedro de Siresa toda aquella dote que fue de mi madre, es decir, Biel, Bailo, Astorit, Ardenes y Sosa, y todos aquellos bienes que se pudieran descubrir que fueron bienes dotales de mi madre; y de estas cosas, media parte sea de San Pedro de Siresa y la otra media parte sea de San Juan de la Peña, con todas sus pertenencias”.

San Pedro de Sirena, por tanto, fue muy especialmente querido por el Batallador. Es más, diversos historiadores de arte consideran que la fábrica románica terminó de construirse durante su reinado. Así, por ejemplo, Milagros Guardia Pons sugiere lo siguiente (2): “Si consideramos correctas las cronologías que se barajan habitualmente, el edificio debía estar en construcción cuando el futuro Alfonso I seguía su formación en este monasterio y debió de finalizarse durante su reinado… se educó a cargo de los canónigos regulares de san Agustín de Siresa, y posiblemente la razón de sus continuas promociones obedece a esa experiencia y en recuerdo de ella.”

A su vez, en el libro Monumentos singulares del románico. Nuevas lecturas sobre formas y usos, leemos (3) : “El examen al que hemos sometido la fábrica y la documentación de San Pedro de Siresa desemboca en varias conclusiones. En primer lugar, que el período en que coinciden mayor número de circunstancias favorables a una empresa de estas dimensiones corresponde al reinado de Alfonso el Batallador (1104-1134), puesto que podemos verificar el interés personal del soberano por la canónica y su entorno, la confirmación de sus propiedades, la concesión de privilegios y legados, el importante papel que jugaron sus abades en la curia regia durante su mandato y la existencia de una comunidad floreciente de canónigos de la que constan algunos nombres. No reúne el mismo número de factores positivos el reinado de Sancho Ramírez, quien, pese a favorecerlo, delegó su responsabilidad en su hermana la condesa Sancha (1082) y lo subordinó a Montearagón (1093). Ni el de Pedro I, bajo cuyo gobierno siguió dependiendo de la canónica oscense. La total irrelevancia del monasterio en tiempos de Sancho el Mayor y Ramiro I lleva a descartar la edificación antes de 1064… Combinando lo ya expuesto, San Pedro de Siresa pudo haberse iniciado en la segunda década del siglo XII para concluirse hacia 1130-1140”.

¿Por qué tenía la advocación de San Pedro..? Cuéntase en una antigua historia medieval, que el rey de Pamplona, Sancho Garcés I “estuvo a punto de morir de una larga y dolorosa enfermedad que sus médicos no conseguían atajar. Como no encontraba ninguna mejoría a pesar de todas las curas a las que se sometió, decidió encomendarse al apóstol San Pedro, del que se conservaba en el Monasterio de Siresa, la reliquia de uno de sus brazos y viajó hasta el cenobio. Parece ser que el brazo de San Pedro hizo el milagro, y le curó su enfermedad.” (4).

San Pedro el Viejo de Huesca

Por otra parte, además de la advocación del monasterio de Siresa contamos con otros monasterios medievales oscenses cuyo titular es San Pedro, entre los que queremos destacar a San Pedro de Tabernas (5), donde aseguraban tener como reliquia un brazo de San Pedro Apóstol y, ante todo, el de San Pedro el Viejo en la misma Huesca (6), lugar en el que reposan los restos óseos de Alfonso I el Batallador (desde el siglo XIX, al ser trasladados desde Montearagón) y de su hermano Ramiro II el Monje, los dos reyes aragoneses que hemos tenido en los inicios medievales de Soria ciudad.

La fábrica románica de la iglesia de San Pedro el Viejo se concluyó en torno a la fecha del fallecimiento de Ramiro el Monje (1157) y en la capilla de San Bartolomé fue enterrado; el claustro románico se debió realizar en el último tercio del siglo XII y principios del XIII (7), que tiene relaciones estilísticas con el taller del Maestro de San Juan de la Peña y de la portada de Santo Domingo de Soria (8).

San Pedro podría haber sido patrono de Aragón

El catedrático,  profesor emérito e historiador Guillermo Fatás considera que debiera ser San Pedro y no San Jorge el patrono de Aragón. En la prensa local se ha resumido su exposición de esta manera (9): “Según el historiador Guillermo Fatás, si el reino de Aragón y su monarquía tuvieron un patrono inicial, este tuvo que ser San Pedro y no San Jorge. A Pedro se dedicó el venerable monasterio de Siresa, cuna de Aragón y escuela de soberanos, y la primera catedral aragonesa, la de Jaca, en tiempos de Sancho Ramírez. En la primera de las grandes ciudades de Aragón, Huesca, se erigió el rico monasterio (hoy San Pedro el Viejo), tumba de Alfonso I el Batallador y de su hermano Ramiro II. Durante mucho tiempo, fue el de Pedro nombre típico de soberanos aragoneses y de sus hijos e hijas, como Petronila o Peronela. Y, además, desde casi el nacimiento de Aragón como reino independiente, su monarca se declaró vasallo directo de la sede de Pedro. También se dice que las Barras (hoy en nuestra bandera) de los jefes de la Casa de Aragón no son otra cosa que una versión de los cintillos de seda roja y oro que los Papas prendían en sus documentos sellados. El rey de Aragón los tuvo como propios al ser el único vasallo hispano de Roma: San Pedro era el señor del señor rey de Aragón”.

Vasallaje e infeudación del padre del Batallador ante el Papado

El inicio de la preferente onomástica petrense en Aragón comienza con el vasallaje del padre del Batallador, Sancho Ramírez, al papa Alejandro II, viajando para tal efecto a Roma en 1068 y que revitalizó hacia 1088-1089. Convertirse él y su reino en vasallo de la Santa Sede tuvo efectos políticos, religiosos, culturales y artísticos (10).  Políticamente “afianzaba su jefatura en el reino y conseguía una protección disuasoria para la integridad del territorio frente a sus vecinos cristianos. Más aún, esta relación era útil para borrar todo resto de subordinación hacia el reino de Pamplona que aún pudiera subsistir. Al mismo tiempo, acarreaba comprometerse en los cambios que los pontífices deseaban introducir en la Iglesia del reino y aceptar el arbitraje de sus legados, que, en efecto, empezarían a visitar sus reinos” (11).

En el ámbito religioso tal vasallaje de infeudación, que prosiguió en su linaje, conllevó la implantación del rito romano con su uniformidad litúrgica, desechando así el rito hispánico-visigodo-mozárabe-toledano, la liberación de los institutos religiosos de la jurisdicción diocesana al pasar a depender directamente de la Santa Sede, a  lo que hay que sumar la reforma de los monasterios y del clero.

 El espíritu de cruzada con tintes de guerra santa impregnó la conquista territorial arrebatándosela a los musulmanes con otorgamiento de indulgencias por el Papa. “Aragón, como España entera, según el sentir de Roma había sido feudo de la Santa Sede, es decir, una parte de la Cristiandad a la sazón sojuzgada, cuya situación se parangonó con la figura de San Pedro encadenado en Jerusalén e impedido en su vocación apostólica a causa de su encarcelamiento hasta que el ángel le abrió milagrosamente las puertas de la prisión”, parangona Antonio Durán Gudiol (12).

Sancho Ramírez incorpora a la onomástica regia aragonesa la estirpe de los Pedros, siendo su hijo primogénito el primero de los Pedros (en Castilla, por ejemplo, sólo hubo un rey Pedro), y construye la catedral de San Pedro en Jaca (capital del reino), así como la iglesia de San Pedro en el castillo de Loarre, y apoya al monasterio de San Pedro de Siresa (13).

Castillo de Loarre

 

Por otra parte, si no hubiese sido por este vasallaje de Sancho Ramírez al Papa, el Batallador no habría existido dado que en ese marco diplomático se concertaron su segundo casamiento con Felicia, hermana del conde Ebles de Roucy, uno de los grandes aliados del Papa. Y de este segundo matrimonio nacerían el Batallador y Ramiro el Monje.

Notas

1.- J. Martínez de Aguirre, E. Lozano López y Lucía Gómez-Chacón “San Pedro de Siresa y Alfonso el Batallador” en Monumentos singulares del románico. Nuevas lecturas sobre formas y usos, Aguilar de Campoo, 2012, pp. 136-177.  Al respecto, nos dicen (p.151): “La especial relación que existió entre Siresa, el valle de Hecho y Alfonso I se manifiesta no sólo en la donación de la iglesia de Santiago de Zaragoza en 1121, ya construida y con todas sus posesiones, sino especialmente en las exenciones concedidas a los vecinos del valle datada en 1122, cuando agradecido por su fidelidad y por los muchos servicios que le habían hecho a él y a sus antecesores, y con intención de que siguieran haciéndolos en el futuro, los liberó de diversas obligaciones salvo las militares (‘in hoste et in cabalgata’). ¿En qué consistían dichos servicios? Nada menos que en la ayuda y socorro que le prestaban durante las campañas militares, ya que custodiaban, protegían y defendían su persona, tanto de noche como de día, en campañas largas como en cabalgadas, en cualquier lugar a donde fuera el monarca. Del privilegio se deduce que los hombres de Hecho formaban la guardia de corps del monarca, la que le protegía en la batalla. Alfonso necesitaba no sólo su asistencia, sino que estuviesen bien pertrechados, puesto que su vida podía depender del equipamiento de sus defensores. En nuestra opinión, a través de sus milites Siresa colaboraba de manera decisiva en la principal ocupación de la monarquía aragonesa en esos años”.

2.- Milagros Guardia, San Baudelio de Berlanga, una encrucijada, Barcelona, 2011, p. 152

3.- J. Martínez de Aguirre, E. Lozano López y Lucía Gómez-Chacón , opus cit., p. 168.

4.- “El milagroso brazo de San Pedro en Siresa. Leyenda medieval”, consultado en

echosinhache.blogspot.com (enero 2018). Y añádese: “ De cómo llegó el brazo de San Pedro a Siresa, el abad del monasterio le contó al rey Sancho durante su convalecencia en el mismo, que fue en el siglo VI cuando San Leandro, obispo de Sevilla, envió a Roma al obispo Ciriaco de Zaragoza por ser amigo del papa Gregorio Magno, con la misión de traer una reliquia del santo a Hispania. El papa se negó en un principio pero ante la insistencia del zaragozano, aquél hizo un ayuno, apareciéndosele al pontífice el propio san Pedro que le dijo que fuera a su sepulcro en el que hallaría una reliquia separada de las demás que debía de entregar al obispo Ciriaco. Así fue como le entregaron el brazo, que colocado en un relicario de oro fue traído a Hispania”.

5.- Como priorato, San Pedro de Tabernas dependía desde 1076 del abadiado de San Victorián. Se encuentra en el valle ribagorzano de Benasque, que antiguamente se llamaba Valle de San Pedro.

6.- San Pedro el Viejo existía ya antes de ser conquistada Huesca por Pedro I en 1096, de fundación visigoda o mozárabe, que donará como priorato a la abadía cluniacense frandesa de Saint-Pons-de-Thomières, a la que se había vinculado su padre, Sancho Ramírez (padre igualmente del Batallador y de Ramiro el Monje) por intermediación del abad Frotardo, y donde había ingresado en 1093 el futuro Ramiro II el Monje para su formación religiosa.

7.-  María Laura Figueras La Peruta: El claustro de San Pedro el Viejo de Huesca. Restitución y programa iconográfico, Universidad Autónoma de Barcelona, 2015.

8.- Ángel Almazán: “Románico soriano y Maestro de San Juan de la Peña -1”, en  Elige Soria, publicado el 09/05/2018

9.- Heraldo de Aragón, 7-mayo-2015, “Si el reino de Aragón tuvo un patrono inicial, este tuvo que ser San Pedro”.

10.- Luis García Guijarro-Ramos: “El Papado y el reino de Aragón en la segunda mitad del siglo XI”,  en Aragón en la Edad Media, nº 18, 2004,  pp. 245-264.

11.- José Ángel Lema Pueyo: Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Pamplona (1104-1134), Ed. Trea, Asturias, 1008,  p. 23.

12.- Antonio Durán Gudiol, “Orígenes del reino de Aragón”, en  VV.AA: Las Cinco Villas aragonesas en la Europa de los siglos XII y XIII.., Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2007, p. 115.

13.- Javier Martínez de Aguirre: “Arquitectura y soberanía: la catedral de Jaca y otras empresas constructivas de Sancho Ramírez”, en Anales de Historia del Arte, Vol Extra (2), 2011, pp. 181-249.

 

Autor del artículo: Ángel Almazán de Gracia

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