Alfonso I rey de Soria

San Pedro de Soria y el Batallador (y 3)

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Señalábamos en las dos primeras partes dedicadas a la iglesia de  San Pedro y El Batallador, que debido al vasallaje de su padre, el rey Sancho Ramírez, al papado en 1065 como “fidelis servís, miles Sancti Petri” se acrecentó el culto al apóstol Pedro en el reino de Aragón y que incluso a su hijo primogénito le llamó Pedro, iniciando así una onomástica regia aragonesa.

San Pedro de Siresa, donde se educó El Batallador

Como templos más importantes citaba a la catedral de San Pedro en Jaca, iglesia de San Pedro en castillo de Loarre, San Pedro el Viejo en Huesca y San Pedro de Siresa, siendo en este último lugar donde se educó El Batallador en su infancia-adolescencia.

Ábside de la catedral de San Pedro de Jaca

Igualmente recogía la opinión del historiador Guillermo Fatás de que San Pedro debería haber sido el patrono de Aragón pues bien merecido lo tenía.

 

La iglesia del castillo de Loarre está dedicada a San Pedro y autores hay que apuntan a que tal vez allí naciese El Batallador

La devoción al apóstol Pedro por parte del Batallador, generada sin duda en San Pedro de Siresa, se manifiesta muy especialmente al construir un castillo roquero junto encima de donde el Jalón vuelca sus aguas en el Ebro y desde donde se controla todo el llano hasta Zaragoza, y a poca distancia del castillo, crear un pueblo y una iglesia dedicada a San Pedro, conocido todo este conjunto como “in castro quod dicitur Super Zaragoza”. En el estudio crítico que realiza Antonio Gascón Ricao considera que el origen de la villa cristiana, con su parroquia de San Pedro, se debe al Batallador y que ya estaba en marcha en 1115, iniciándose su puebla pocos años antes, siendo su primer tenente Lope Garcés Peregrino hasta su fallecimiento en 1133 (1).

Esta iglesia de San Pedro, hoy derruida, cuenta con un ábside rupestre al que se accedía por un gran arco de herradura.  En su interior tuvo lugar el 13 de noviembre de 1137 –tres años después de morir El Batallador- un acto solemne y de gran importancia política: dejación de derechos y prerrogativas por parte de Ramiro II el Monje al conde Ramón Berenguer IV hasta el punto de cederle prácticamente el ejercicio de la «potestas regia» aunque mantenía Ramiro el título de rey (2).

El Ebro y, en el risco de la derecha, El Castellar (que aparece también en la foto de portada)

Hasta 1155, en que es llamado “Castellario”, siguió alternándose en los documentos la denominación de Super Zaragoza o Supra-Super Cesaraugusta, y aún hoy día los más mayores de la zona, comenzando por la localidad de Torres de Berrellén, la llaman Zaragoza la Vieja. El término “super” hay que entenderlo, en este caso, como una reducción a su elemento prefijal de la palabra superior que, como en ‘superiore anno’, el año anterior, significaría en Superiore Cesaraugusta, la Zaragoza anterior, la Vieja”, dado que allí mantuvo El Batallador a su ejercito antes de iniciar la conquista de Zaragoza (3). Quizás por ello, por esta relevancia militar y geoestratégica, tuvo lugar la cesión política citada de Ramiro II el Monje al conde catalán que se convertiría en su yerno y padre de su nieto, Alfonso II, primer rey de la Corona de Aragón.

Francisco Pradilla Ortiz pintó hacia 1880 este cuadro, por encargo del Ayuntamiento de Zaragoza, en el que sitúa al Batallador mirando hacia Zaragoza, desde los altos del Castellar.

En este castillo dice Rodrigo Jiménez de Rada, a mediados del s. XIII, que fue encerrada la reina Urraca por su marido El Batallador, por haberse sobresapasado en sus funciones de co-regente en Aragón.

La potestad de erigir iglesias en territorio conquistado al Islam le fue otorgada por el papa a Sancho Ramírez para él y su dinastía. A su vez, Pascual II, le reconoció al Batallador  “el derecho de erigir iglesias en las poblaciones arrebatadas al Islam, usando de ellas a su antojo, salvo la reverencia debida al Papa” (4).

San Pedro de Soria y los talleres pictóricos de Taüll

Así que El Batallador tenía el beneplácito papal en cuanto a apropiarse de los núcleos poblacionales y militares conquistados así como para construir iglesias. Y si el concejo soriano pudo donar al obispo de Osma el 26 de julio de 1148 la primitiva iglesia de San Pedro de Soria (en cuyo solar se alza hoy la concatedral) es porque era propiedad del concejo.

Cabe deducir que muy probablemente –dada la devoción del Batallador al apóstol Pedro, más que acreditada con la dedicación al mismo de la citada iglesia del Castellar- que la construcción de la iglesia de San Pedro en la Soria fundada por El Batallador en 1119 a la que confiere fuero breve en 1120, fuese mandada construir expresamente por él mismo, adscrita además a su tutelaje regio y delegando su administración posiblemente en el obispo de Tarazona, dado que el territorio soriano lo incorporó a su diócesis.

Y puesto que parece evidente que un taller pictórico vinculado a Santa María de Taüll estuvo trabajando en tierras sorianas sometidas al Batallador (San Baudelio de Berlanga y San Miguel de Gormaz), es muy probable que también se acercasen a la “cabeza de esta Extremadura”, Soria, a plasmar en algunas de sus iglesias toda esa imaginería bíblica, y especialmente ligada al Apocalipsis de Juan. Y el más importante de aquellos templos de los primeros colonizadores de Soria debía ser, seguramente, San Pedro.

Todo son, lógicamente, hipótesis… pero no elucubraciones. Todo lo expuesto en artículos anteriores de esta serie, especialmente el anterior dedicado a la collación de San Clemente, apuntan a que pudiera suceder que pintores vinculados a Santa María de Taüll estuvieran en la recién creada Soria recreando pasajes bíblicos similares a los que han llegado hasta nosotros en San Baudelio de Berlanga, San Miguel de Gormaz y la Vera Cruz de Maderuelo (Segovia).

 

Notas

1.- La puebla y torre alzada por Sancho Ramírez, sería en otra zona del amplio territorio denominado también “Supra” o “Super Cesaraugusta”, según pone en claro Antonio Gascón Ricao en su ensayo “El hechizo de El Castellar”, monográfico en Cuadernos de Aragón, nº 35, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2007.

2.- Ibid.: «… cuando ya Zaragoza era considerada en la práctica cabeza de Aragón, y tras la promesa en matrimonio de la hija de Ramiro II el Monje e Inés de Poitu, la futura reina Petronila, con el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, que tuvo lugar el 11 de agosto de 1137 en Barbastro, se eligiera Super Zaragoza —es decir, El Castellar— como sede, “en presencia de muchos hombres nobles”, del solemne acto de cesión de la soberanía del reino (aunque no de la dignidad real) por Ramiro II a su yerno el 13 de noviembre del mismo año» (p. 19).

3.- Ibidem. Al respecto, en el siglo XVI el geógrafo portugués Juan Bautista Labaña señala: “…dizem que teve nelle [en el Castellar] suo exercito quatro annos el Rey Dom Alfonso que tomou Çaragoça.”

4.- Juan Fernando Utrilla Utrilla:  “Conquista, guerra santa y territorialidad en el reino de Aragón: hacia la construcción de un nuevo orden feudal (1064-1194)”, en Las Cinco Villas aragonesas en la Europa de los siglos XII y XIII, Institución Fernando el Católico, 2007, p. 116. Utrilla incide en esta cuestión, refiriéndose también a Sancho Ramírez y Pedro I: «… el papa Gregorio VII había legitimado a la dinastía y a todas las acciones que ésta emprendiera, incluyendo la facultad para distribuir las iglesias que se erigieran en territorio conquistado, excepto las sedes episcopales como Huesca “si quando Deo miserante liberata fuerit”, y a cambio se atribuía las rentas decimales6. No olvidemos que “el control de la jurisdicción aseguraba el dominio del territorio”, como afirma L. García-Guijarro. La Santa Sede proporcionaba, además, el reconocimiento diplomático de la posesión de los territorios ocupados a los musulmanes (frente a otros competidores, como Alfonso VI o los condes catalanes). Su sucesor, Urbano II, acogía bajo su protección al reino y al rey, recordándole su sometimiento devoto a Roma —y también el pago de los 500 mancusos de oro, claro—, y también al monasterio de Montearagón, capilla real».

Autor del artículo: Ángel Almazán

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